La comodidad con que la selección uruguaya llega a la última etapa del grupo A mundialista, ya con presencia asegurada en octavos de final, es la más deseable de las circunstancias. El rival, la selección rusa, al caso nada menos que la local, festeja su idéntica situación.

Unas horas después de terminado el encuentro, uruguayos y rusos sabrán quiénes serán sus respectivos rivales. El objetivo fundamental de hacer un partido que ayude al equipo a mejorar sus prestaciones, y también el de ganar el primer puesto para tener como rival a la selección teóricamente más débil de las dos clasificadas del grupo B, le dan peso al partido. No es un amistoso: ganar importa.

Los cálculos para “elegir” rival no se pueden hacer con precisión en tanto esos equipos comenzarán a jugar una hora después de que terminen los dos partidos del grupo A, en el que también incluyo –dicho sea de paso– al clásico del Mar Rojo, un intrascendente Egipto-Arabia Saudita.

Es un supuesto aceptable que España es la selección que tiene más posibilidades de ser el primero del grupo B, aunque de ese grupo sólo sabemos que Marruecos está eliminado en tanto Irán y Portugal mantienen posibilidades de clasificar.

Es raro que la selección local no haya impuesto antes del sorteo, al programar el orden de los encuentros, que en estos partidos finales y simultáneos de cada grupo, el que ellos integraban –también desde antes del sorteo–, jugara a segunda hora el día lunes 25 para actuar con las cartas vistas. Es casi siempre una de las pequeñas ventajas que tiene el equipo local.

Ahí está Rusia

Antes de comenzar la Copa del Mundo, la selección rusa tenía a su favor –siempre dentro de la realidad de mucha paridad de poderíos futbolísticos en un torneo de tanto valor y con clasificatorias tan difíciles– sólo su calidad de local. En el ranking FIFA, Rusia está ubicada en el lugar número 70, el peor de los 32 equipos mundialistas. Puede ser que la no participación en la clasificatoria europea le haya afectado en esa calificación. Puede ser, pero lo cierto es que es la última. Y además, y esto es más importante, tuvo decepcionantes actuaciones en los partidos preparatorios. Las dos más cercanas al comienzo del Mundial, ya con todo el plantel a las órdenes del DT Stanislav Cherchésov, fueron pobrísimas presentaciones con empate a 1 con Turquía y derrota con Austria 1-0.

En la igualdad con los turcos jugaron con un claro 3-4-2-1 y se desempeñaron flojamente, hasta con temor de jugar al frente, excediéndose en los toques hacia atrás, como con miedo del fracaso de ataque. Después su técnico viró hacia cuatro hombres en defensa pasándose al 4-2-3-1 que está utilizando ahora.

En momentos previos al debut con Arabia Saudita, en el que produjo la goleada mayor de las vistas hasta ahora en el Mundial, 5-0, existía muy poca confianza en la suerte del equipo, incluso para pasar de fase, en tanto Egipto y, por supuesto, Uruguay, aparecían con mayor chance. En la segunda presentación volvieron a ganar con facilidad: 3-1 a Egipto, mientras los celestes lograban dos victorias por mínima.

Jugadores y movimientos

En la base defensiva –golero y línea de cuatro zagueros– y de la contención de la mediacancha, Cherchésov mantuvo los mismos hombres en la formación titular. Le ha dado estabilidad a esa zona y es de esperar que, justamente por eso y porque le han rendido, no los tocará en el partido con Uruguay.

Foto del artículo 'Ajustando'

El golero es Igor Akinfeev (1), con 106 partidos internacionales disputados a sus 32 años, la misma edad que Fernando Muslera. De los cuatro defensas, Mário Fernandes (2) es el lateral derecho con buena subida al ataque. Nació en Brasil, en São Caetano do Sul, y juega con una fineza técnica que revela, de lejos, su origen. Al igual que el golero, defiende a CSKA, equipo que estuvo ligado al Ejército Rojo desde 1923 pero que en los últimos años se privatizó. El lateral por la izquierda ha sido Yuri Zhirkov (18) y tiene más marca y menos subida que Fernandes. Tiene 35 años y también es moscovita y defiende a Spartak.

Los dos defensores centrales son Iliá Kutepov (3), de Spartak Moscú, y Sergéi Ignashévich (4), también del cuadro de origen militar y con 126 partidos internacionales. Es una pareja dura, con mucha experiencia de juego complementario. Además, los cuatro tienen muy buena altura.

Los dos volantes centrales han sido siempre Yuri Gazinski (8), de Krasnodar, y Roman Zobnin (11). El primero se mueve con soltura en el ida y vuelta llegando al área rival, donde demostró capacidad goleadora tempranamente, ya que fue el autor del primer gol sobre Arabia a los 11 minutos. El de la pareja que va por la izquierda, Zobnin, es de los más jóvenes del plantel, con sólo 24 años, y también es de Spartak Moscú. Es un jugador muy táctico en lo que tiene que ver con la cobertura defensiva cuando el rival pasa al ataque.

De los tres creativos de ataque (enlaces, enganches, medios puntas) destaquemos primero a quien se ganó el puesto casi de casualidad, porque entró, al lesionarse en el primer partido, y a los 23 minutos, Alán Dzagoev (9). Se trata del zurdo Denis Cheryshev (6), autor, seguramente, de uno de los grandes goles del Mundial, el que le hizo a Arabia con gran calidad, el cuarto del 5-0, a los 90 +3. Antes también anotó el segundo gol 19 minutos después de haber entrado. Los que completen el trío serán, seguramente, Aleksandr Samedov (19), de 34 años, que actúa por la derecha y tiene gol, en conjunto con el que iría por la zona central, muy probablemente Aleksandr Golovin, un jugador ágil y filtrador, que estaría apoyando al único delantero de punta, Artiom Dziuba (22), otro de los jóvenes –tiene 24 años–, o, si ya está recuperado, al ya nombrado Dzagoev, o incluso en el puesto más peleado podría aparecer el titular del primer partido, Fiodor Smolov (10), quien también entró en los últimos 15 minutos ante Egipto.

Rusia es un equipo que se ha ensamblado muy bien en el momento justo. Dará lucha hasta que pueda. Y ahora, tiene hinchada. Mucha.

A por ellos, celestes.