“Los campeones nunca mueren”, reza una bandera amarilla y blanca que aparece colgada en la tribuna. Los hinchas van llegando, entran por la tribuna local del Parque ANCAP, ahí en Pueblo Victoria, y dan toda la vuelta para llegar al sector visitante. Está lleno. Hay mucha impaciencia, entusiasmo y alegría. Sale el papal a la cancha y caen bombas, explota el corazón. La fiesta está, juega Bella Vista, el viejo papal.

Jugar por jugar es la consigna. La historia pesa y duele. Fueron cuatro años en que los hinchas no pudieron ver una camiseta amarilla y blanca en la ronda, y esa ausencia entre 2013 y 2017 dolió. Pero todo empuja, y el camino es lo que vale. Que Bella Vista esté es el sueño, y ese sueño ahora es con copa. Ayer los del Prado volvieron a sus raíces, las de ganar, las que lo marcaron. En marzo de 2017 la institución de José Nasazzi, de Leandro Andrade y Miguel Ángel Melogno, pudo volver a jugar y fue carnaval. Ahora es con copa de la Segunda B Nacional, con el trofeo Néstor Tito Gonçalves.

Lo que mantuvo viva la esperanza fueron los viejos recuerdos. Las andanzas en los torneos internacionales y la copa del 90 estaban siempre ahí, pero esta vez la historia era otra. Los propios hinchas fueron los que empujaron, entre el fútbol femenino y las categorías juveniles, que hoy ven sus frutos. La llama se encendió en su casa el año pasado, aquel domingo 19 de marzo, en un amistoso de confraternidad con Huracán Buceo –que también volvía–, y todo lo que vino después fue premio. Esos pibes, que mantuvieron viva la esperanza en las formativas, fueron quienes luego defendieron la casaca papal en la vuelta al fútbol uruguayo en mayores. Erardo Cóccaro fue quien asumió la dirección técnica y el proceso se inició con luz.

La copa de hoy es el premio a no bajar los brazos, a no entregarse y a hacer las cosas bien. Un pasivo de tres millones de dólares derrumba a cualquiera, pero a ellos no. Las malas decisiones de ayer fueron la enseñanza para seguir, y para apostar en grande. El objetivo se mantiene con la añoranza de volver. En 2020 Bella Vista cumplirá 100 años y su idea es estar nuevamente en el círculo de privilegio. Paso a paso.

Para ser campeón

La contundente victoria papal no refleja estrictamente lo que pasó en la cancha. Le costó mucho doblegar a su rival, pero fue efectivo. Ambos se pararon con un 4-4-2, pero con esencias distintas. Canadian intentó jugar, buscó controlar el juego, pero no generó peligro. Los del Prado fueron más verticales y abusaron del pelotazo, aunque era muy difícil controlar la pelota, con un estado complicado del campo. “Esto es lo que uno anhela que se cambie, no importa la divisional, que haya mejores canchas, mejores estructuras, que haya lo elemental para que el espectáculo salga de una mejor forma. Uno pregona ciertas cosas, entonces el laburo es complicado. A veces terminamos pegándole para delante para sacar un resultado; es feo decirlo, pero no queda otra. Todos pregonamos un buen juego; a veces no se puede”, comentó Cóccaro a Garra.

Los goles papales fueron anotados por Michel Miranda, Federico Damián y Emiliano Medina. Con ese triunfo, Bella Vista se coronó campeón y se aseguró un lugar en la definición de la divisional. Cóccaro también aseguró que este campeonato es interesante por la forma en la que se da y que ahora deberán redoblar esfuerzos para ascender: “Es algo que en realidad no se había planificado porque hay un tema económico complicado. Hay tanto compromiso y sentido de pertenencia de este grupo que se logró esto. Cada partido se juega para ganar. Es una divisional muy pareja, muy competitiva. Es lindo por la alegría de los gurises. Es un tema grupal. Cuando se compite se juega para ganar. Trabajamos en el día pensando en eso. Hoy estamos festejando, pero esto viene de unión y de compromiso”.