Otra vez. Torque le ahogó la fiesta a Peñarol y lo dejó masticando bronca. Parecía que esta vez los tres puntos quedaban en el Campeón del Siglo, pero el manual se dio vuelta. Los de Diego López cedieron terreno, se confiaron y terminaron pagando muy caro el empate cerca del final. El premio fue para los dirigidos por Pablo Marini, que no bajaron los brazos, lo buscaron, fueron pacientes e inteligentes y se llevaron un punto de oro para seguir creciendo en la tabla del descenso. Como joya, en su primer año en la A les jugaron tres veces a los mirasoles y lo vencieron en las dos primeras, más este empate, invictos.

Con algunas bajas obligadas, Diego López mantuvo el esquema con 4-4-2, pero con un equipo más partido que otras veces. Costó unir el juego y conectar las acciones para generar peligro. De hecho, Peñarol la pasó mal en el primer tiempo, cuando Torque lo apuró y le robó guindas claves. Pero cuando estás derecho las cosas brotan solas, y eso se festeja en el colectivo. Cerca del final cayó la apertura en el marcador. Cuándo no, con el goleador del Clausura: Gabriel Toro Fernández. Centro de Rodrigo Rojo, la conectó Cristian Rodríguez y le quedó a Lucas Viatri. El argentino le dio al arco de volea, pero su remate fue débil y sin peligro. En el camino, como el más vivo de todos, la cazó de cabeza el goleador y la mandó al fondo de la red. El Toro lleva nueve gritos en diez fechas.

Yo también

En el complemento, Peñarol mantuvo el balón y empezó a pararse de contragolpe por los espacios que dejaba Torque en el fondo. Pudo ser con un remate de Ignacio Lores, un cabezazo de Agustín Canobbio o una chance del Cebolla Rodríguez, pero el visitante aguantó. Diego López tuvo que quemar un cambio en el primer tiempo con la salida de Carlos Rodríguez, por lo que en el segundo tiempo se la jugó con Fabián Lolo Estoyanoff y Maximiliano Rodríguez. El equipo quedó partido y costó mucho conectar con el paso de los minutos.

El argentino Marini, que en el inicio del complemento tuvo que cambiar a su arquero porque sufrió una lesión, se la jugó con el ingreso de Leandro Rodríguez y Matías Roskopf. El equipo comenzó a sentirse más cómodo y llegar en bloque al área carbonera, que se defendía bien. Pero fue en una desatención, y al mismo tiempo una tremenda combinación, que cayó el empate. Mauricio Gómez sacó un lateral, se la devolvieron y mandó un centro divino con rosca. En el área estaba solo Gonzalo Sena, que se elevó y sacó un cocazo divino para igualar el juego. El gol cayó como un baldazo en Peñarol, porque las acciones estaban controladas. Para peor, se fue expulsado el Cebolla y no hubo fuerza para ir a buscarlo.