Cuando Pablo Cuevas confirmó la lesión a finales de julio, se encendieron las alarmas. La fractura en el hueso escafoide del pie derecho le requeriría un mes de recuperación. Había jugado el ATP 500 de Hamburgo y tenía en el horizonte el Abierto de Estados Unidos, pero lo que más importaba para la selección era su participación en la final del Grupo II de la zona americana.

Su recuperación comenzó dentro de lo previsto. Se esperaba que el salteño jugara en último grand slam del año y, tras eso, se mentalizaría para defender a Uruguay. Pero otra vez la alarma: no se presentó en Estados Unidos porque no estaba totalmente curado.

Más que aliviado se sintió el capitán de Uruguay, Enrique Pérez Cassarino, cuando el salteño, hoy número 68 del ranking mundial, confirmó que estaría en Montevideo para el desenlace con los mexicanos. Más allá de que el mano a mano aparecía parejo por los rankings de los jugadores, Cuevas es Cuevas, el mejor por lejos de todos los que pudieran estar en la cancha, de los nuestros y de los de ellos.

La planificación fue clara: apostar a los juegos individuales, relegando a Pablo Cuevas del dobles para no arriesgar su físico. El comienzo de la serie empezó bien: la mejor raqueta uruguaya venció a Luis Patiño 7-5 y 6-2; primer punto para Uruguay. Fue costoso, porque Cuevas arrancó ese partido un poco complicado. Se salvó de perder el primer set con mucho más ímpetu que buen juego. El mexicano Patiño estuvo 4-2 arriba en el peor momento del salteño, hasta que el mayor de los Cuevas le encontró la vuelta, sobre todo ajustando sus errores no forzados. Ahí comenzaron a aparecer los puntos ganadores, dio vuelta el set y se lo terminó llevando sin necesidad de tie break. En el segundo set la supremacía fue total y Cuevas ganó 6-2.

Ese mismo sábado, el segundo partido lo ganó Martín Bebu Cuevas, que puso un 6-4 y 6-3 contra Lucas Gómez. Uruguay quedaba arriba 2-0.

El domingo se abrió con el partido de dobles. Pérez Casarino decidió que quienes conformaran la pareja uruguaya fueran Rodrigo Arus y Nicolás Xiviller para darles descanso a los hermanos Cuevas. No fue un buen partido de los celestes, ampliamente superados por la dupla mexicana conformados por Santiago González-Miguel Reyes Varela. Doble 6-1 para los visitantes y serie 2-1.

Para el cuarto partido volvió Pablo Cuevas a la cancha. La diferencia de ranking con su rival, Gerardo López, es enorme: el 68 del mundo frente al 737. Sin embargo, hay que ver cuánto le costó a Cuevas ganar el definitivo punto. En el primer set hubo un concierto de buen juego de López y el mexicano ganó esa manga 6-1. Otra vez se encendían las alarmas.

Tras ese magro primer set del uruguayo, el segundo tuvo un inicio prometedor. Cuevas salió decidido a llevarse el partido y cerrar la serie. Dos quiebres consecutivos del salteño lo pusieron rápidamente en ventaja de 4 a 0 y parecía que el set iba a ser rápido y el partido había tomado el rumbo que todos queríamos. Pero el mexicano reaccionó, Cuevas bajó su nivel y ambos quiebres fueron recuperados por la visita para forzar el tie break, desempate que ganó Pablo por 7 a 5. Tras un dubitativo arranque en el tercer y último set, Cuevas sacó lo mejor de su raqueta con golpes profundos que fueron complicando a López, hasta que pudo lograr un 6-3 que significó la definitiva victoria.

En 2019 Uruguay estará en el Grupo 1 americano, zona en la que no estaba desde que descendió, en 2015. Hace alrededor de un mes y medio, cuando sufrió la lesión que le complicó las cosas, Pablo Cuevas declaró: “Lo positivo es que el circuito nos da revancha siempre para ir a buscar más victorias y buenas alegrías”. Misión cumplida.