No se pudo. Ahora la ecuación es simple: para meterse en el hexagonal final Uruguay tiene que ganarle a Paraguay, este sábado a las 19.30 en Talca. Un empate -y una derrota- deja a los celestes eliminados.

Se vivió como un clásico. En todas las categorías sucede igual: Uruguay y Argentina, el partido más antiguo del fútbol sudamericano, es especial. En la retina va a quedar la última. Centro, recibió Facundo Batista en el área chica y tuvo todo para empatar en la hora. El delantero se afirmó, la calzó con todo y su remate, que salió fuerte, terminó yendo al medio y el golero argentino Roffo la pudo tapar con sus pies, ya jugado. Uruguay no tuvo más que eso y le faltó juego, pero sobre todo confianza. Argentina, aun sin ser mejor, terminó ganando un partido clave que lo posiciona bien para poder pasar a la segunda fase del Sudamericano.

Fabián Coito movió una pieza del mismo 4-2-3-1 que venció a Ecuador la fecha pasada. Volvió Emiliano Gómez al equipo y salió Facundo Batista. Otra vez la referencia fue Darwin Núñez, mientras que Nicolás Schiappacasse se paró por izquierda y Agustín Dávila por detrás del nueve. La mitad de la cancha estuvo repartida entre Juan Manuel Sanabria y Nicolás Acevedo. Uruguay controló bien el primer tiempo, e incluso tuvo una chance en la única mala salida del buen golero argentino ante una pelota quieta. Quedó bollando en el aire, cabeceó Sebastián Cáceres y la pelota fue sacada en la línea.

Argentina se paró de contragolpe, no demostró tan buen juego y le costó conectar en el 4-3-1-2 que paró su entrenador Fernando Batista. Aun así tuvo alguna llegada por afuera. Se destaca una del volante Gonzalo Maroni, de Talleres de Córdoba, que se fue por izquierda y definió mal ante la salida de Renzo Rodríguez.

Para el complemento la tónica del partido se mantuvo hasta que apareció un golazo del propio Maroni con un gran remate desde afuera del área. El volante tocó en corto, recibió, se acomodó en diagonal y sacó un divino derechazo que se coló en el arco de Rodríguez. El resultado en contra obligó a Uruguay a ir por el todo o nada, con más rebeldía que juego. Entró Rodrigo Zalazar para ordenar el medio campo, y Batista y Juan Manuel Boselli para tener más proyección en ataque. Sumado al gol marrado por Batista, Boselli también tuvo la suya y fue derribado en el área en una acción que pareció penal, pero que el árbitro venezolano Herrera desestimó.

Ahora, a pensar en el sábado. Para entrar entre los seis mejores y luego soñar con el Mundial de Polonia y los Panamericanos de Lima Uruguay tiene que ganar.