Las tricolores son pioneras en el fútbol femenino. Participan en esta categoría desde que se organizó. Zulma Palavecino, dirigente de Nacional y encargada del femenino del club hasta su fallecimiento, en 2004, fue gran responsable de esa movida . Además, fue quien impulsó, junto a otros dirigentes, el surgimiento del fútbol de mujeres cuando, el 14 de noviembre de 1970, ayudó a conformar la Asociación Amateur de Fútbol Femenino.

En esta modalidad se disputó un torneo en el que el equipo tricolor fue campeón por primera vez y consecutivamente hasta 1975 –se jugó sólo por tres años más–. Tiempo después, en el primer año del femenino de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) fueron campeonas, y repitieron el triunfo en el año 2000. En 2005 se desafiliaron de la AUF y regresaron en 2009. En 2010 obtuvieron el Uruguayo por tercera vez, y en 2011 lo consiguieron nuevamente tras una final contra Cerro, año en que obtuvieron los torneos Apertura y Clausura, y quedaron primeras en la tabla anual. Lograron el bicampeonato uruguayo 2010-2011 y 2011-2012 con 39 partidos sin perder.

Nuevo comienzo

Desde este año, Diego Testas es el entrenador de la primera y de la sub 19. Esta es su primera experiencia en el femenino. Antes dirigió en juveniles a Rampla, y trabajó con los primeros equipos de Huracán en la B, y con Progreso y el Tanque Sisley en la A, junto con Javier Noble, el profesor del primer equipo y de la sub 19 que lo invitó a trabajar en Nacional. Junto con su ayudante técnica, la ex jugadora Marisa Chazarreta, la profesora de la sub 16 y la sub 19, Florencia Stefani, el técnico de sub 16, Gustavo Pérez, y el cuerpo médico conforman el cuerpo técnico de Nacional.

Foto: Natalia Rovira.

Foto: Natalia Rovira.

Con las pilas puestas en la recta final del campeonato, Nacional le ganó a River 1-0 en la penúltima fecha del Clausura y enfrentará a Peñarol para definir el Clausura, en lo que será un nuevo clásico luego del disputado el 20 de julio, en el que para el entrenador “fue todo nuevo”, ya que nunca había estado en un clásico ni como jugador ni como director técnico. “Fue algo muy lindo, disfrutamos pila el antes y el durante. El después inmediato no, porque perdimos, pero cuando lo ves con perspectiva vimos un montón de cosas positivas. Ellas quedaron locas de la vida porque dieron un paso importantísimo al jugar con público en el Parque Central. Fue único y estamos agradecidos con el club”, explica.

Para las jugadoras fue algo histórico. Juliana Castro cuenta que “no se nos dio en el resultado, pero sí como hecho histórico. No sólo para las jugadoras de Nacional y Peñarol, sino para todas las jugadoras del femenino uruguayo. El marco de público hizo del encuentro una experiencia que nos va a quedar a todas, no nos vamos a olvidar más y espero que sea el primero de muchos”. Y agregó: “Fueron muchas sensaciones y emociones que, como te pasa una sola vez, es difícil controlar. Si te pasa todos los fines de semana, como a los varones, lo vivís con naturalidad. La previa, el día del partido y el después fueron momentos muy emocionantes. Ojalá que las jóvenes lo vivan como algo natural y no como algo puntual a futuro”.

Vivir de la pasión

Testas y el cuerpo técnico aspiran a profesionalizar el fútbol femenino del tricolor, considerando que la institución les da todo el apoyo. “Para el club es todo nuevo, son cosas que antes no se atendían. Nos han dado apoyo en todo lo que hemos pedido y estoy seguro de que va a ir creciendo el apoyo, que cada vez va a ser mejor. Me parece que Nacional es pionero y colabora bastante con el femenino; en otros clubes no lo noto tanto”, opinó.

Foto: Natalia Rovira.

Foto: Natalia Rovira.

Hoy en día cuentan con los Céspedes y el complejo Della Valle para entrenar, para poder alternar una cancha de césped natural con una de césped sintético; también tienen la indumentaria del club y “lo básico para poder jugar”, según Juliana: “un cuerpo técnico formado, canchas adecuadas, buena infraestructura, pelotas, agua para los entrenamientos. Son cosas simples, pero son detalles que suman. Las jugadoras que hemos estado años en otros clubes lo notamos”.

Sobre su equipo, Testa considera que está en un proceso “a mitad de camino”, porque hace un año la categoría era totalmente amateur. “Era más un grupo de amigas que se juntaban a jugar los fines de semana. Ahora ven que se puede vivir de esto, que hay países donde ya es profesional el femenino, donde hay jugadoras de acá, de Nacional, una sub 19 que se fue a jugar a España, como Valentina Morales, y ven que la posibilidad de poder vivir de la actividad que les gusta existe y ya empiezan a motivarse de otra manera. Una de las cosas que planteamos con el cuerpo técnico fue que nuestras jugadoras tuvieran ese compromiso y que ya entrenen como si fueran profesionales, y lo estamos logrando, sobre todo con las más grandes”, concluyó.

Juliana Castro

Oriunda de Trinidad, empezó jugando a los siete años. Era la única niña de su pueblo que jugaba al fútbol en un equipo. Su familia la apoyó siempre y el director técnico le abrió las puertas del cuadro del barrio, por suerte, porque Juliana conoce historias de jóvenes de su entorno que se fueron de su casa para poder jugar al fútbol, “revelándose” ante su familia que se los impedía.

Foto: Natalia Rovira.

Foto: Natalia Rovira.

En el fútbol infantil, para sus compañeros varones era una más, no había diferencias. “Los niños lo viven con total naturalidad, son los adultos los que ponen tranca”, dice Juliana mientras contempla a sus compañeras jugando un partido de práctica en el que el director técnico y el profe están participando como dos más.

A los 13 años tuvo la posibilidad de probarse en la selección de Fabiana Manzolillo, actual entrenadora de Defensor femenino. Al quedar seleccionada se inscribió en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), ya que era uno de los requisitos para estar en un equipo de la AUF, y vino a jugar a Montevideo.

El equipo tenía muchas chicas del interior y el INAU se hacía cargo de pasajes y hospedaje, lo que le permitió a Juliana, como a tantas otras chicas, viajar a la capital a jugar. Cuando el INAU dejó de apoyar económicamente se acercó a River, luego pasó por Rampla, hasta que finalmente se fue a Estados Unidos con una beca de estudio y jugó en Missouri Valley College. Volvió a Uruguay porque no se adaptó al idioma y quería seguir estudiando. “Siempre prioricé estudiar, porque sabía que del fútbol no iba a vivir jamás”, comenta. Hizo el profesorado de educación física y hoy en día trabaja en diferentes lugares como profe, y además juega en el equipo tricolor.

Foto: Natalia Rovira.

Foto: Natalia Rovira.

En 2010, cuando regresó a Uruguay, fue directo a jugar a Nacional, luego estuvo en River dos años y volvió a defender a las tricolores. Es el cuarto año que está en la institución y es el momento que está disfrutando más: “Ahora me encontré con otro apoyo, con otra visión del fútbol, con otra gente al mando y con un claro crecimiento de la institución, porque antes no estaba apoyando”, explica.

“Ahora hay gurisas que pueden vivir del fútbol, a nivel europeo más que nada. No te asegura un futuro, vas a tener que estudiar igual, porque la carrera deportiva se te corta en un momento y tenés que tener una formación para proyectarte a futuro, que no sea sólo esos años de fútbol”, dice mientras de fondo termina el partido de práctica, que Juliana no disputó por estar entrenando diferenciada recuperándose de una lesión, cuidándose para dar lo mejor de sí en el partido clásico el próximo fin de semana, en el que las mujeres de Nacional y Peñarol demostrarán, una vez más, que el fútbol no es cosa sólo de varones, y que ponerse championes con tapones siendo mujer sigue siendo un acto de revolución.