Está bien, fue un amistoso nada más, sin Suárez ni Cavani, pero seguramente por mucho tiempo recordaremos la gran exposición que hizo el equipo de Tabárez el día que el técnico cumplió los 200 partidos dirigiendo a la celeste.

El empate en Lima con Perú 1-1, con debut en la cancha y en la red del artiguense Darwin Núñez completó el díptico en los partidos ante los incaicos que dejó un muy buen sabor de boca por el momento actual pero sobre todo por lo que se puede proyectar de los veinteañeros, que son el futuro celeste.

Un equipo compacto, armonioso, admirablemente solidario, plagado de jóvenes con enorme proyección y con derroche de esfuerzo y sabiduría táctica que proyecta lindas expectativas de futuro.

El equipo de Tabárez, como en Montevideo el viernes, tuvo una dinámica de juego cargada de anhelos ofensivos, pases rápidos y efectivos, velocidad, desborde y desdoble. Esta vez lo logró con un futbolista menos en la cancha durante más de una hora debido a la expulsión de Martín Cáceres.

De una

En sólo 37 segundos Uruguay casi logró abrir el marcador después de una gran jugada por derecha con combinación con el Pelado Cáceres: el centro fue pasado del lateral y una llegada ajustadísima con buena definición de Brian Lozano terminó dando de manera increíble en el caño. Tan sólo una jugada después el envío aéreo para Diego Godín fue interceptado por Pedro Gallese, que impidió que llegara el primero.

Desde ahí, desde el arranque mismo del partido, el juego se hizo muy de ida y vuelta, con el local tratando de correr la cancha y la celeste con un planteo muy armonioso como esforzado, recuperando la pelota y tocando de manera estimulante.

Tabárez -en su partido 200 al mando de la celeste- ordenó un equipo muy parecido al que el viernes ganó en Montevideo, solo que en el lugar de Fernando Muslera estuvo Martín Campaña, Diego Laxalt por Matías Viña, mientras que Rodrigo Bentancur estuvo entre los 11 iniciales y no así el fraybentino Lucas Torreira. Campaña en el arco, entonces; la línea de 4 con Martín Cáceres, Josema Giménez, Diego Godín y Laxalt; por delante de ellos Federico Valverde en posición de 5 y medio escaloncito más arriba Brian Rodríguez, bien abierto por derecha; Matías Vecino, Rodrigo Bentancur y Brian Lozano abierto a la izquierda; quedando en posición de 9 Maxi Gómez.

A remarla

El trámite del partido cambió necesariamente cuando a los 26 minutos el árbitro del expulsó por protestas a Martín Cáceres luego de que el lateral uruguayo hiciera una falta cerca del área. Aquella situación generó un efecto dominó, dado que unos minutos después Tabárez ordenó el ingreso de Giovanni González por Maxi Gómez para pasar a ocupar el lateral derecho y, casi en esa misma instancia, Perú abrió el marcador a través de un cabezazo de Christofer Gonzáles que resultó inatajable para Campaña. Advíncula, que ya había demostrado en los primeros minutos su poder de desdoble y desborde por derecha dejó atrás a Lozano y mandó un centro medido para que González cabeceara al gol.

Se mantuvo Uruguay con su esquema de equipo cortito y apretado, pero ya sin poder establecer la presión sobre el área de Gallese. No obstante ello, los celestes, con un par de pelotas filtradas estuvieron cerca del arquero peruano, sobre todo en un par de intervenciones de Godín habilitando a Lozano, que casi llega al empate.

Ya va a venir

En la segunda parte Tabárez arriesgó para aún con 10 tratar de coronar la buena acción conjunta de los celestes en Lima y puso a Jonathan Rodríguez de delantero neto, quedando con Vecino y Valverde en mediacancha y con Brian Lozano pistoneando por izquierda, y con Brian Rodríguez y Cabecita jugando bien arriba.

Por dos veces coqueteó con el empate la celeste, con un centro-gol del Huevo Lozano primero y con una definición del tranquerense Brian Rodríguez que pasó cerca del caño derecho de Gallese. Lo hizo muy bien Uruguay, controlando con uno menos el trámite del partido. Entró Darwin Núñez por Brian Lozano, y saben para que entró Darwin, para debutar con la mayor, sí, pero para hacerlo con gol.

Uruguay estaba para el empate. Diego Godín -que deberá ser considerado como uno de los mejores centrales del mundo- robó, cortó y avanzó jugando para Federico Valverde, un crack en ciernes, que encontró el hueco para poner a correr al Cabecita quien, con enorme esfuerzo sobre la línea, jugó la pelota a Matías Viña, que templó su zurda y mandó el centro al primer palo para que el juvenil artíguense volara en palomita anticipando a todos y poniéndola en las redes.

Después de ahí, se sabe, el empate era un poco la victoria para el equipo en desventaja, y fue un poco, o mucho, la alegría del presente y la esperanza para lo que viene. Fue otra recompensa en el camino.