Tremendo triunfo tricolor en La Teja para seguir arriba en el acumulado y estar solo en el Clausura. Cuando no aparecía por ningún lado, un cocazo formidable de Mathías Laborda fue el arma de los albos para poner el único tanto. La expulsión de Alexander Rosso en el primer tiempo condicionó el fútbol, aunque Progreso nunca bajó los brazos.

El Paladino fue carnaval. El barrio, de fiesta, en una tarde en la que el viejo estadio volvió a vibrar con la llegada de un grande a un barrio de puro laburo. El premio estuvo cuando los gauchos y los tricolores movieron la guinda, pero atrás hubo un sinfín de horas que los propios tejanos dejaron en beneficio del cuadro del barrio para poner a punto su escenario y recibir a Nacional 13 años después. Todavía se sentía el olor a pintura fresca donde el rojo y el amarillo marcaban su estirpe. Detrás de esa magia había horas de laburo también de los propios jugadores, que, junto con los hinchas, colaboraron en poner a punto su casa. De fondo, alguna presentación de Los Diablos o una bajadita de La Reina de La Teja, mientras el ángel guardián del Paladino, inmortalizado en las letras de Tabaré Cardozo en homenaje al Pistola Marsicano, junaba todo desde las gradas.

El partido fue marcando el orden de a poco. Progreso salió en 4-4-2, bien plantado, aunque con sus dos líneas de cuatro un tanto separadas. Le costó encontrarse en los primeros minutos y conectar en la línea de juego. Tanto Rosso como Gustavo Alles estuvieron bastante alejados y les costó encontrarse. Para peor, en la media hora de juego el propio Rosso recibió una tarjeta roja directa por un manotazo/codazo ante Pablo García. Eso hizo que el equipo tuviese que ceder terreno y aferrarse a cuidar lo suyo.

Nacional no fue tanto más, tampoco cuando su rival estuvo con uno menos. Álvaro Gutiérrez mandó un 4-2-3-1, con Gonzalo Bergessio de referencia, que se las tuvo que arreglar. A los tricolores les costó mantener el orden táctico en ataque y se fueron casi sin generar peligro de arranque. Obviamente, para el complemento Gutiérrez apuró para poder convertir un gol rápido en la tónica del encuentro. Mandó al argentino Pablo Barrientos, a Thiago Vecino y a Brian Ocampo. De esa forma, el equipo estuvo más compacto, cuidadoso con la pelota, pero se encontró con una marca muy firme del rival. Cuando no aparecía por ningún lado, un centro de Ocampo encontró la bocha de Laborda, que metió un cabezazo exquisito. El zaguero anticipó notable y cruzó la guinda para ponerla al ángulo.

El gol obligó a los gauchos a ir por el empate. Ya con Rodrigo Viega y Joel Lew en la cancha, Rocco verticalizó su equipo buscando la lentitud en la transición de ataque a defensa que podía tener Nacional. Y tuvo la chance. Una contra rápida que derivó en pase al medio de Lew, de frente al arco. En el camino, el Pajita Viega la calzó de zurda; se metía, pero con una estirada tremenda Mejía la desvió. Nacional finalmente ganó y se llevó tres tremendos puntos en una tarde durísima, que le costó. Tendrá que afinar los circuitos de juego de cara al clásico. Siga.