En la cancha, Barcelona y Real Madrid no pasaron de la igualdad en el derby. Afuera del Camp Nou la situación ardió, literalmente, entre manifestantes independentistas y los Mossos de Esquadra, a tal punto que, cerca del final del clásico, se anunció por los altoparlantes que los aficionados debían salir por el acceso norte y no por el sur, donde estaban los focos de disturbios.

Adentro de la cancha también estuvieron Luis Suárez y Federico Valverde, con desempeños dispares: mientras Suárez -y el trío ofensivo integrado junto a Lionel Messi y Antoine Griezmann- fue bien contenido y no pudieron desarrollar su habitual frenético juego, Valverde hizo un encuentro lleno de dinámica, tanto defensiva como ofensivamente. Incluso llegó a tener un par de disparos desde afuera del área.

Si bien parecido no es lo mismo, las actuaciones de los uruguayos sirven para usar como metáfora de lo que fue el partido. Real Madrid, pese a ser visitante, manejó la posesión -curioso, muy curioso- y tuvo las mejores chances de gol. El gales Gareth Bale llegó a convertir en el segundo tiempo, pero el gol fue anulado VAR mediante por offside. Bale, Karim Benzema, Casemiro y el propio Valverde fueron quienes le dieron trabajo al alemán Marc-André ter Stegen.

Distinto fue lo que sucedió del otro lado de la cancha, donde ganó la defensa madridista. En la práctica, los merengues cortaron con faltas cuando el fútbol estaba en la mitad de la cancha -y recibieron un montón de amarillas-, pero cuando la pelota rondaba su zona caliente defendieron de buena forma.

En fin. Hacía 17 años y 50 días que no terminaban 0-0.