El viernes, con la disertación del doctor en Sociología y licenciado en Letras Pablo Alabarces, empezó a prepararse el congreso de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis y de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica, que se llevará a cabo a fines de mayo. El eje central de la charla del argentino Alabarces fue la violencia en el fútbol, su especialidad. Como si el sociólogo tuviera la bola de cristal, se adelantó a los hechos y transitó por varios temas, siempre con la violencia en el deporte y la “cultura del aguante” como puntales discursivos. La actividad, que fue moderada por el periodista Ricardo Piñeyrúa y el psicólogo Gonzalo Riquero, se organizó en la Sociedad de Cirugía del Uruguay, en Montevideo.

“La violencia deja de ser un exceso y pasa a ser un mandato. Si esto se comprende como lógica que regula la práctica, entonces esta lógica me obliga a pelearme. En ese contexto, por ejemplo, si mi equipo es deshonrado, o mi equipo es agredido, o mi territorio es invadido y yo no respondo, soy un puto. Es decir: no respondo adecuadamente a ese mandato moral”, sostiene. Se detectó, según Alabarces, que la contraposición y el “aguante” no sólo tenían lugar frente a otras hinchadas, sino que también la Policía empezaba a jugar un papel fundamental: “La Policía también funcionaba como una hinchada, porque quería demostrar que tenía más aguante. A los policías les encantaba pelearse con las hinchadas con más aguante, porque eso les permitía demostrar que ellos también eran machos”. El sociólogo cuenta que se generó “un circuito espantoso” pero “totalmente comprensible”, que derivó en el denominado –profundamente genitalizado en sus metáforas– “círculo epistémico maradoniano: ‘la tenés adentro’, ‘que la sigan chupando’; hay penetración anal, hay sexo oral, este es el sistema de metáforas que define esta práctica”.

La cultura del aguante

“La violencia deja de ser la excepción y pasa a ser la norma”, repite Alabarces. La diferencia de las hinchadas –o barras bravas– de nuestro continente con respecto a los hooligans en Inglaterra (y luego desparramados por Europa) es, según el académico argentino, “la corrupción atroz, monumental, fenomenal” que existe entre la dirigencia del fútbol y algunos barras: “Las barras reclaman una parte del negocio, sabiendo que existe; una especie de ‘compren nuestro silencio’, es decir: ‘acompañamos la corrupción pero queremos una parte’”. ¿Por qué las barras quieren quedarse con un pedazo de la torta? “Porque tenemos un capital llamado ‘aguante’”, sostiene Alabarces. Y agrega: “La negociación es entre un sector que acumula un capital llamado ‘aguante’ y un sector que acumula un capital llamado ‘dinero clandestino y corrupto’, lo que significa que si desapareciera el dinero clandestino desparece sólo una de las partes del problema, porque lo que sigue vigente es la lógica moral que organiza la práctica de los hinchas y vuelve legítimas todo tipo de prácticas violentas”. La llegada de los estadios al estilo “europeo”, con reglas FIFA y demás, empieza a transitar un camino ya reconocido en el otro continente: “La necesidad de reformas consensuadas e infraestructura” no hace más que parecerse, según afirma el sociólogo, al modelo británico, “que consistió en expulsar a la clase obrera de los estadios”. “La reforma en infraestructura implicó una puesta en juego de capitales importantes, y la respuesta de los clubes consistió en elevar los precios para recuperar la inversión”, dice. Esto, además, insiste, “tenía por detrás la idea profundamente discriminatoria, racista, antidemocrática y falsa de la ecuación sobre la cual las clases populares eran las clases violentas”. “Las burguesías, tradicionalmente refractarias y distantes del fútbol, pasaron a apropiárselo. Posiblemente, la mejor metáfora sea la ‘macrización de Boca’: la burguesía industrial se hizo cargo no de un club, sino del club más tradicionalmente asociado con las clases populares. Entonces, insisto, se demostró que la asociación entre popularidad y violencia es falsa; la expulsión de las clases populares de los estadios no garantiza absolutamente nada”, concluye.

Glamour y violencia

A Pablo Alabarces se lo puede leer en la revista Anfibia y en los libros que publicó desde la década de 1990: Cuestión de pelotas. Fútbol, deporte, sociedad, cultura (1996); Deporte y sociedad (1998); Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina (2000); Fútbol y patria. El fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina (2002); Futbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina (2003); Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política (2004); Hinchadas (2005); y Héroes, machos y patriotas. El fútbol entre la violencia y los medios (2014).

El docente e historiador de la Biblioteca Nacional Julio Osaba hace un acercamiento a nuestra realidad y, mediante un trabajo de conservación en las publicaciones de los Cuadernos de Historia, la investigación y la recolección de los medios de prensa históricos de Uruguay, junto con el Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (Grefu), aborda la problemática de la violencia en el fútbol, en particular el estudio del surgimiento de los colectivos denominados “barras bravas”. ¿Cuándo surgen? ¿En qué contexto histórico? ¿Por qué el primer mojón fue la separación de hinchadas en un clásico entre Peñarol y Nacional, el 6 de enero de 1987?