Fue un partidazo en el mítico Anfield. Liverpool recibió a Barcelona por la revancha de una de las semifinales de la Champions League, ganó 4-0 y dio la nota del día al clasificarse a la final eliminando a Barcelona. Enorme y bien ganado, de punta a punta.

Era brava para los de Jürgen Klopp. El director técnico alemán sabía que no podía contar con el brasileño Firmino ni con el egipcio Mohamed Salah, no sólo titulares indiscutibles, sino dos de los jugadores más determinantes en el funcionamiento de Liverpool. Así y todo, se sobrepuso. La presión que ejerció el equipo inglés le dio rédito rápidamente: robó en tres cuartas canchas, transición rápida, tiro que ataja Marc-André ter Stegen pero da rebote, y a los siete minutos la mandó a guardar, atropellando, el belga Divock Origi.

Con ese 1-0 se fueron al descanso y era poco creíble suponer lo que iba a pasar después, más allá de que Liverpool estaba jugando muy bien en todo sentido: en el ataque generó chances de gol, en la defensa minimizó al máximo a Barcelona.

En el arranque del segundo tiempo, a los 54 y 56 minutos, el holandés Georginio Wijnaldum hizo los goles con los que el equipo inglés empató la eliminatoria 3-3. Los fantasmas de la Champions pasada cayeron sobre el Barça, que hasta ese momento sólo tuvieron una clara jugada de gol: Luis Suárez se escapó por la derecha, pero el arquero Alison detuvo el tiro cruzado, que podría haber sido el 1-1. Dos jugadas después, Liverpool ganaba 3-0.

Una viveza criolla –algo poco común en el fútbol inglés– le dio el cuarto a Liverpool. Sacaron rápido el córner, la defensa catalana se durmió en los laureles y otra vez Origi estaba pronto para la estocada final. Barcelona se fue arriba, pero careció de argumentos. Lionel Messi fue bien contenido, por lo que a Suárez no le llegó la pelota. El resto no estuvo bien, y Barcelona deambuló entre la desesperación y los toques para el costado, sin encontrar hueco alguno.

La otra mitad

Ajax y Tottenham se enfrentarán este miércoles a las 16.00 en Ámsterdam por la otra semifinal. En la ida los holandeses dieron la sorpresa y ganaron (muy bien) 1-0. Visto lo de Liverpool y Barcelona, conviene no vender la piel del oso antes de cazarlo.

Este enfrentamiento tiene una peculiaridad: son equipos unidos por el judaísmo. En Ámsterdam se estima que a finales de 1500 muchos judíos sefaradíes emigraron hacia allí luego de haber peregrinado sin suerte por España y Portugal. Luego, entre 1648 y 1649, hubo otra gran emigración de judíos, que escapaban entonces de la Guerra de los Treinta Años entre Polonia, Rusia y Suecia.

La historia de Tottenham es distinta: la unión con la comunidad judía se produjo en el norte de Londres, en la zona de Stamford Hill, lugar donde convive el club con una gran parte de los judíos que residen allí.