Una gran actuación del arachán Leonardo Cachorro Burián fue lo que permitió que los santafesinos pudieran volver a su ciudad sin haber recibido goles en el Centenario. Fue un partido muy pensado estratégicamente y sin demasiadas posibilidades ofensivas de ambos. Sin embargo, cuando las hubo, fueron de parte de River y, en las tres o cuatro situaciones, fueron abortadas por las increíbles atajadas del uruguayo. Al elenco de Jorge Giordano le quedó la misma situación de cuando eliminó al Santos de Brasil: terminó con 0 en su arco en Montevideo. Aquella vez clasificó con gol de visita. Ahora deberá ir por lo mismo en Santa Fe el próximo martes.

Si fuera por gente, por hinchas, por emoción de estar acompañando a la camiseta, el dominador del partido debió ser Colón, que conmovió el Centenario con esos 10.000 sabaleros que hicieron los 650 kilómetros que separan Santa Fe de Montevideo. Pero no fue así. Se sabe que los partidos se juegan en la cancha, por más que hay veces que el empujón emocional de la tribuna da alas a los futbolistas.

River no hizo caso ni a la subjetividad de esa obligación moral de tener que quedarse sí o sí con los 3 puntos por ser local, ni a la sensación por la tribuna de ser visitante. El equipo darsenero se plantó como quiso, jugando bien apretadito, sin dar ventajas a los argentinos y procurando llegar al arco rival de manera vertiginosa pero ordenada.

En un partido parejo, las primera jugadas de peligro fue de Colón. En una Gabriel Esparza desbordó por izquierda, tiró el centro y la pelota dio contra el vertical derecho de Gastón Olveira. Luego, después en un córner, dos cabezazos en el área no fueron gol porque otra vez Olveira hizo una magnífica atajada.

Le puso cabeza

Empezó con mucho más ímpetu ofensivo River el segundo tiempo Y así fue como, tras un córner, un cabezazo de pique al suelo del artiguense Sebastián Píriz fue contenido en gran acción por Burián, que metió un manotazo salvador. Se puso lindo el partido porque Colón también empezó a generar mejores condiciones de ofensiva mientras los montevideanos procuraban hacerse del dominio del juego en campo contrario. Hubo una combinación entre Luis Urruti y Mauro da Luz qué terminó con el remate del de Conchillas que Burián contuvo en dos tiempos.

Sólo quedaban 10 minutos y ya estaba en campo Juan Manuel Olivera cuando el Flaco metió un cabezazo terrible, que el Cachorro resolvió con la doble atajada de la noche: primero volando para manotear y, como eso no alcanzaba, luego revoleando su pierna izquierda para sacarla de aire de la línea misma del gol. Estuvo cerca, tan cerca como sigue estando la clasificación para los dos.