Egan Bernal corría mountain bike. Corriendo en la categoría junior, consiguió las medallas de plata y bronce en los mundiales de 2014 y 2015. Ahí sonó la alarma. Al año siguiente lo contrató el equipo italiano Androni Giocattoli-Sidermec. Lo probaron en una carrera amateur y Bernal ganó escapado y con distancia. Apenas transitaba la mayoría de edad. Las estrellas también están hechas de pequeños momentos.

En su corta trayectoria no hubo año en el que no mostrara sus cualidades y su superación. Así fue que lo captó Team Sky, un grande de los últimos tiempos del ciclismo. Fue a engrosar un listado de ciclistas con nombres importantes, como Geraint Thomas y Chris Froome. No le importó cuando lo mandaron a ser gregario. Ese era su lugar y puso todo. Las estrellas también se forman conociendo todos los escenarios.

A principios de ese año su nuevo lugar otra vez era en segundo plano: compitió como gregario del polaco Michał Kwiatkowski, líder del Sky en la tradicional París-Niza. El devenir de la competencia, sus buenas condiciones y cómo bajaba relojes lo dejaron delante de su líder. Todos remaron para él. Al final consiguió ganar la carrera. Las estrellas se hacen en los triunfos.

En este Tour de France, Bernal integró Team Ineos, la secuela del ya inexistente Sky. La primera orden estaba clara: correr para Thomas, campeón defensor de la carrera por etapas más importante de estos tiempos. Bernal hizo lo mandatado y lo hizo bien. Pero sus piernas pedían más.

Ubicado en el tercer lugar de la clasificación individual, en la 19a etapa dio el asalto. Los 126,5 kilómetros entre las ciudades de Saint-Jean-de-Maurienne y Tignes fueron el primer pasaporte a la gloria. En el último puerto de ascenso Bernal salió como una locomotora, nadie le pudo seguir el tranco, dejó bien lejos al hasta ese momento líder de la general, el francés Julian Alaphilippe, y también a su jefe de filas, Thomas. No pudo ganar la etapa porque la nieve y el granizo mandaron parar. Quedará en el recuerdo como uno de los campeones del Tour de France que no ganaron etapas.

Los campeones son hijos de los méritos propios. Como los de Bernal, el primer colombiano, el primer sudamericano, el primer latino en ganar el Tour de France. De pie, campeón. A las estrellas las demuestran los hechos.