Con una muy buena dosis de efectividad de su capitán, el argentino Gonzalo Bergessio, Nacional derrotó 2-1 a Danubio en Jardines del Hipódromo. Fue más el tricolor, aprovechó su mejor primer tiempo y ahí hizo los goles. Danubio recién pudo descontar sobre el final y, pese a que buscó, le faltó tiempo.

1. Con capacidad

Un poco por la forma y otro por el contenido, de todos los últimos delanteros argentinos que han llegado al fútbol nuestro, Gonzalo Bergessio tal vez sea el más uruguayo de todos. No le escapa al choque, juega bien de espaldas y, cuando lo mandan presionar arriba, defiende con intensidad. Ayer, precisamente, promediando el segundo tiempo, robó una pelota en la primera línea danubiana y no fue gol porque Federico Cristóforo lo tapó justo.

Cuando tuvo esa, Bergesso ya había hecho daño. Primero sacó provecho de una desgracia ajena: penal por mano. Pateó fuerte, como para romper el arco. El segundo también fue suyo, pero esta vez haciendo gala de su calidad ofensiva. No fue de esos cabezazos en lo alto ganando son soltura y espacio. Fue al revés, casi agachándose, midiendo distancia y tiempo para conectar la bola y cambiarla de palo. Efectividad comprobada

2. Pasan cosas

Danubio intentó en el primer tiempo, pero Nacional controló. Encima, los dos goles. En el complemento la radiografía parecía incambiada: los tricolores controlaban con y sin pelota. Cuando la tuvo ofendió con Kevin Ramírez y Gonzalo Castro, siempre por las puntas; cuando buscó la franja, entre el mediocampo y la zaga bloquearon el juego colectivo de Briam Acosta, Thomás Chacón, los laterales que avanzaron y Carlos Maravilla Grosmüller en su versión pivot. Por mucha posesión danubiana, careció de profundidad y no logró inquietar al debutante Sergio Rochet, quien jugó todo el segundo tiempo por la lesión de Luis Mejía.

Como Nacional, Danubio encontró su primer gol por una mano dentro del área. Casi calcada, incluso en los mismos panes de césped, aunque con camisetas distintas. Santiago Paiva, quien había participado poco y tocado menos pelotas, la clavó abajo contra el palo.

Fue el envión anímico que Danubio precisaba. No hizo ni haría un buen partido, pero sí se las ingenió para buscar el empate con garra. Nacional, para colmo, sufrió la expulsión de Felipe Carvalho por doble amarilla. Y es así: lo anímico supera las merecimientos. Por más que lo visto en cancha daba la sensación de que el resultado era corto para los tricolores -o, visto desde el otro lado, la distancia de 2-0 parecía demasiado para la franja-, el final del encuentro fue con los de Marcelo Méndez tirados arriba y con los de Álvaro Gutiérrez entre la espada y la pared.

Sacó los puntos Nacional y se reubicó en la tabla del Intermedio. También saca conclusiones para lo que se le viene: Copa Libertadores el miércoles.