Liverpool y Racing se enfrentaron en Belvedere y fue triunfo locatario por 3-1. La alfombra de Belvedere, como siempre. Me pasan un mate con jengibre que es como un poncho interior. En los bancos de suplentes viejos conocidos: El Turco Alejandro Apud y el Papa Paulo Pezzolano; ánimos de buen juego.

Pezzolano sitúa en el campo a Óscar Ustari y una línea de cuatro defensores. Dos volantes centrales, tres por delante y uno arriba que es el Colo Juan Ignacio Ramírez. Apud frecuenta la línea punteada con inquietud; Rubén Silva desde el banco apunta y observa. Luego cambiarán funciones. Como de costumbre, paran tres en el fondo con dos carrileros y tres volantes. Arriba Royón y Nicolás Sosa, el otro Mosquito. La hinchada de Liverpool la tiene con Nicolás Royon por aquello del festejo con otra camiseta frente al club de siempre. Más aún cuando desde los once pasos y frente a la popular de los negros el propio Royón lanza un penal bien dirigido pero mejor contenido por el arquero argentino de Liverpool. Ustari inscribe su nombre en la crónica como tantas otras veces con destacadas casacas del mundo. El partido entonces sigue 0-0.

El griterío confunde al frío que hace chispear. Piden dos penales que de lejos no son, y agradezco al folklore no tener VAR. Prefiero el “grillerío constante” de la canción de Cabrera versión cemento de cancha. En el entretiempo suena una canción de antaño por los parlantes. Habla de libertad y honor. La hinchada se mece hacia el arco que atacarán los locales. El supuesto sol del muro de enfrente ahora brilla por su ausencia.

En el entretiempo dicen que en la tele dijeron que fue penal, al menos uno de los dos que no cobró el árbitro. Como si lo hubiesen llamado en una especie de superstición, apenas arrancado el segundo tiempo penal para Liverpool discutido por los rivales (como casi siempre). Ignacio Ramírez malogró en manos del Perro Javier Irazún pero en el rebote Federico Martínez, de gran jornada, puso la ventaja. Emiliano Alfaro con una férula desde el túnel lo grita como un hincha más. Pero Racing no pierde el tiempo, y en un córner ensayado por los cerveceros la bajaron en el segundo palo para que el Mosquito, una vez más, haga su típico festejo rumbo al banderín.

Las hinchadas dialogan constantemente. La del negro se impacienta, en la de Racing no hay nadie sentado. Y cae otro penal en el arco donde valieron todos. Esta vez el Colo no falló aunque Irazún se estiró hasta lo imposible.

Diego Guastavino se enciende. Al cuervo lo putean todos los presentes. Diría que es social putearlo. Diego Arismendi es el más activo en los cerveceros, hasta un caño de cine tira con elegancia. Racing apuesta a los balones parados en los pies de Ignacio Nicolini; Liverpool contraataca con alto voltaje. Así cae el tercero, a toda velocidad, con superioridad numérica y en los pies de Federico Martínez. Liverpool confirma. Racing no desentona pero cae superado. El bombo siguió sonando mientras la visita se retira por disposición del Ministerio.