“Oeé, oé, oé, oé, Leclerc, Leclerc” cantan decenas de miles de fanáticos exultantes, que han invadido la pista de Monza para celebrar, después de 9 años, el triunfo de un piloto Ferrari. El héroe es Charles Leclerc, un monegasco de 22 años, que en su primera temporada con la escudería ha logrado 4 pole positions y, con esta de este domingo, dos victorias.

Fue un triunfo de los que cuestan, y por eso, más valioso. Leclerc debió contener a los dos Mercedes Benz, primero el del campeón Lewis Hamilton y luego el de Valtteri Bottas, que corrían con estrategias distintas. Como si el veterano fuera él, y no sus experimentados rivales, los forzó a errores y los mantuvo a raya hasta el último momento, aprovechando cada pequeña circunstancia para mantener la exigua diferencia que les llevaba.

Debió, además, enfrentar a sus rivales solo, ya que el otro piloto Ferrari, Sebastian Vettel, cometió un error de principiante en las primeras vueltas, saliéndose de pista, y luego otro error más grave aún, al reingresar peligrosamente, dañando el auto de Lance Stroll. El cuatricampeón Vettel fue penalizado, y es claro que, como deportista, atraviesa su ocaso. Esta vez su desconcentración ni siquiera le permitió actuar como apoyo de Leclerc, como sí hizo el fin de semana pasado en Bélgica.

Para la gente y para la directiva, Leclerc acaba de consagrarse no solo como el piloto líder de Ferrari, sino también como el más reciente miembro de su grupo de corredores legendarios, justo en el año en que el equipo celebra 90 años. Detrás de él llegaron Hamilton, Bottas, y unos sorprendentes Daniel Ricciardo y Nico Hülkenberg, con Renault.

El campeonato sigue liderado cómodamente por Hamilton, y luego aparecen Bottas, Verstappen y ahora, como novedad en el cuarto puesto, Charles Leclerc.