Puede que haya estadistas pensando en qué porcentaje del tiempo tuvo uno la pelota u otro. Lo cierto es que la tuvieron un rato cada uno aunque vulneraron las áreas con tibieza. Lo más parecido a romper una estructura fue un desmarque de Kevin Alaniz en el primer tiempo al encontrar un gran pase puesto por Roberto Fernández, y un disparo contenido en las manos de Salvador Ichazo. Ambos se cuidaron al borde del área. Y trillaron el mediocampo. El Indio Roberto Fernández volcado a la derecha, haciendo las veces de lateral cuando hubo que defender, fue siempre salida. Lo de Manuel Ugarte es distinguido. Parece que nunca frenara. Una forma de estar constante. El resto fueron pelotas quietas que alguien dejó picar. Un tiro cruzado dando saltitos ante la mirada paternal de un golero.

En Danubio los ojos estuvieron puestos en el debut de Emanuel Mercado, que mostró personalidad. Quiso. La insistencia errante de Lucas Rodríguez hasta que estuvo. La seriedad de Mauricio Victorino desde el fondo. Había puntos distintos en juego. Todos pusieron su propia historia en el pasto, al servicio de una camiseta que puede ser de turno o puede ser para siempre. El momento de ambos en los gestos de la cara. En las pequeñas cositas.

En el segundo tiempo hubo incluso más fricción; fue perdiendo claridad. Los zagueros sacaron casi todo. Y hubo rebotes, forcejeos. Los intentos de ambos aunque por diferentes vías terminaban ahí, en el ocaso del área. En los botines de los backs. O en la goma escupida de los guantes.

Cuando Rodrigo Piñeiro se sacó el buzo de calentamiento y se calzó la camiseta de la franja, creo que todos pensábamos en eso. Los de Fénix, cómo contrarrestarlo; los de Danubio, con la esperanza de esa magia de fútbol en adoquines. Los neutrales, cómo nos gusta esto, aplaudimos el cambio. En casi su primer contacto con el balón, cabeceó dentro del área chica de Guillermo De Amores, luego de un furtivo desborde de Facundo Labandeira, y convirtió, para el delirio del barrio. Carrasco gesticuló, dijo un poco de todo. Ramos se agarró de un alambrado invisible para gritar con fuerza y el partido subió en vértigo.

Las defensas siguieron firmes, entonces el partido quedó como lo dejó el Loli, con esa electricidad pero fijo en el resultado. Lo único que podía romper el cero era esa desfachatez, ese atrevimiento, esos cientos de partidos de barrio que se le notan en el dribbling largo.

Ganó Danubio, lo gritó el barrio.

Detalles

Estadio: María Mincheff de Lazaroff

Árbitros:

Danubio (1): Salvador Ichazo; Emiliano Ancheta, Santiago Carrera, Mauricio Victorino, Cristian González; José Luis Rodríguez (46´Facundo Silvera), Lucas Rodríguez (46´Matías Fritzler), Javier Méndez, Leandro Sosa (46´Facundo Labandeira); Leandro Rodríguez (64´Rodrigo Piñeiro), Emanuel Mercado (57´ Santiago Paiva). Entrenador: Leo Ramos.

Fénix (0): Guillermo De Amores; Ángel Rodríguez (60´Andrés Schetino), Leonardo Coelho, Adrián Argachá (69´Fernando Souza); Roberto Fernández, Manuel Ugarte, Bryan Olivera, Kaique Vergilio (69´Carlos Fernández); Kevin Alaniz (69´Cristian Silva), Maureen Franco (6´Bruno Scorza), Ignacio Pereira. Entrenador: Juan Ramón Carrasco.

Goles: 66´Rodrigo Piñeiro (D).