En Montevideo pululan poetas. Digamos, no sería Montevideo la misma Montevideo si no pulularan poetas. Poetas que registran instantes, hechos. La poesía es historia en verso. Es una forma. Nada sería de la belleza insulsa del Palacio Salvo, nada sería de sus plazas y sus patios y sus playas y sus barrios. Nada sería incluso de sus estadios si no hubiese poetas pululando. Montevideo es eso: poetas que te cuentan quiénes somos, por qué nos desborda la melancolía como un río en invierno, por qué nos aborda la nostalgia como un barco pesado al puerto, por qué nos desgarra la camiseta la política aunque no cobren penal, por qué los domingos. Hay poetas también que nos cuentan, o nos versan más bien, por qué el fútbol nos enferma, nos subleva.

Vivianne Artigas ha publicado algunos fanzines con sus poesías. En esas publicaciones juegan la rotura, el desamparo, la belleza de reír cada día hasta llorando. Entre los bares y las casas donde la poesía llame se pregunta, se emociona, todo lo escribe, dice: “Tomo un taxi intergaláctico, tomo malas decisiones, tomo sustancia en los baño, tomo coraje, y escribo todo”. Así es Vivianne Artigas, es como es, no hay medias tintas, sí medias altas.

¿Qué hay antes de la poesía? ¿Cómo se forja?

Fui dibujante muchos años. De oficio dibujante callejera, en Argentina, en Venezuela. Lo hice pila de años y de un día para el otro lo dejé de hacer. Pasé por pila de etapas de dibujo y de pintura, pero lo que más me gusta es el surrealismo, cosas figurativas que están ubicadas de tal manera que pierden el significado. Después empecé a sumarles poemas a las pinturas. Hacía dos o tres cuadros por día. Un día dejé de hacerlo y me puse a terminar el liceo para estudiar teatro. Pero escribir y dibujar no lo dejé de hacer nunca.

Vivianne, sé lo más hombre que puedas porque total tan mujer no eras

Vestido corto y labios rojos salen de la cancha y entra casaca y campera Adidas verde cotorra manchada de vino que sale $ 105 según el barrio.
Y siempre poca plata en la billetera.
Siempre laburando un montón.
Haciendo lo que quiera, nadie me lo puede negar.
Si he roto relaciones por este tema y he mandado gente a sacar fotos a la ruta.
Y siempre mil poemas para dedicar.
Nunca pude gozar del derecho real de poder caminar sola sin sentir que tenía que tener navajas suizas en la espalda.
Yo no quiero ser una hooligan porque no me interesa tu sangre en otro lado que no sea tu cuerpo.
Y relojes que cuentan el tiempo como quieren.
Eso no es pa mí.
Hay una cara del deporte que es la magia y el motor.
6 a 0 el martes River vuelve a hacer poesía colectiva y cuerpo y organización.
Y eso es la camiseta y el cuadro, y el deporte que a su vez es la vida y filosofía y formas de estar parado al lado de un equipo.
Deporte no es fanatismo. Deporte es salud y empatía.
Jugar bien al fútbol es una forma de pensar que no tiene nada que ver con ganar.

¿El fútbol estuvo siempre presente?

De niña en mi casa mi hermano miraba fútbol. Yo estaba ahí, aunque me interesaba escribir. De alguna forma, mirando partidos, me fui enganchando con el fútbol. Siempre miré fútbol. Sobre todo en Rosario, en la casa de mi ex, con él y con mi suegro. Todos de River. Ahí también empezó eso de ser hincha de River. Era gente que hablaba mucho de River; el veterano, un tipo muy culto, muy viejo y muy lúcido, que le encantaba hablar de fútbol. Yo vivía con ellos, River estaba en mi casa. Siempre disfruté de ver fútbol. Miro partidos de cualquier cosa en la medida en que yo entienda que es un buen fútbol, un fútbol poético. Pienso en fútbol en general en las distintas aristas que puede tener un partido, un jugador. Y tiene pila de paralelismos con la vida. Cosas que uno aprende de pensar en determinadas situaciones del juego las podés aplicar a otras áreas de tu vida. Me parece lindo, útil, sano.

¿Cómo derivó la poesía en el fútbol, o al revés?

Poesía también escribí siempre ¡Si yo hubiera sabido que el arte me iba a comer toda la vida! Cualquier niño o niña dibuja, pinta, pero cuando eso no lo dejaste de hacer nunca, entendés que era mucho más fuerte de lo que pensabas. Porque nunca se me ocurrió decir “quiero ser escritora”, “quiero ser dibujante”, “quiero ser actriz”, pero ahora ya está. La poesía sobre fútbol es como capitalizar en un poema dos partes de mi vida que parecen no tener mucho en común. Esto del deporte, de mirar, de leer fútbol, de salir a entrenar, con un área más del mundo de las ideas, de los pensamientos. Llevar sensaciones físicas a un área escrita. Me parece que hay pila para decir respecto al fútbol, sobre todo en la periferia propia del fútbol.

Cómo el fútbol salvó mi vida y mi apariencia deli-deportiva

Vos me estás viendo y con suerte escuchando pero en realidad vos no sabés nada de mí.
092646627. Es el código numérico para que me rompas bien las tetas.
Yo escribo y me hago mierda sola contra las paredes de la opinión ajena.
Prendo la radio y escupo el dial.
Y pienso convencida: el periodismo necesita una persona como yo.
Estoy acá y festejo el barrio ajeno y la invitación.
Me hace feliz y punto.
Soy poeta porque quiero y a veces ni puedo pero mis compañeros así me llaman.
Y hay que estar en todo lo que sea aire, movimiento y magia.
Por eso miro fútbol.
No. No es verdad que por eso miro fútbol.
Pero ese es un poema aparte.

Hay una cuestión estética que hasta se refleja en tu forma de vestir.

En un momento empecé a vestirme así, con camisetas de fútbol, porque vi que en la calle te molestan mucho menos, pasás más desapercibida. A veces la calle está intratable. Después, es mucho más cómodo que el vestido; no me pongo unos tacos nunca más en mi vida. Me gusta esta cosa retro sport, me gusta lucir así. La gente se piensa que una anda disfrazada. Es como parte del universo fútbol. La ropa es información. Yo camino como si midiera 1,90. Es exteriorizar algo que uno es por dentro. Hay gente a la que le llama más la atención la forma en que estoy vestida que la poesía: “¿Por qué está de championes de fútbol a las nueve de la noche, ebria?”. Por eso le puse a mi programa Deporte y vino, porque soy eso: vida sana y deporte y ponérmela en la pera. Es como un terreno, es una estrategia. Espero que el deporte vaya ganando terreno para vivir. Pero es que me gusta la vida.

A lo Eric Cantoná o nada

En modo necio y natural a instantes de festejar el imbécil paso del tiempo.
No sé cuál es mi calendario
lo incendié a propósito en una de esas noches poseída,
quemando llanta, vida y contexto.
Y nos miro aquí reunidos y parecemos todos de mentira,
quiero ver el VAR, quiero chequear si realmente fuimos felices.
Como una postal que años más tarde alguien encuentra en una volqueta.
Pero haciendo nuestro mejor intento esta noche.
Que no trae ni buena ni mala suerte. Trae lo que te dejes traer.

¿De qué escribir y por qué publicar?

Me encantaría publicar algo, pero no tengo idea de cómo se hace y no tengo plata para hacerlo. Entonces la cuestión artesanal es un producto que también me refleja más. Soy más así. Además, tengo pésima memoria, entonces la poesía funciona como una especie de diario: la leo y sé de qué etapa de mi vida es esa poesía. Es una forma de registrar, una forma de ordenarme cronológicamente. Y el fútbol está ahí, encima tengo que investigar para el programa de radio y me encuentro con personajes como [Éric] Cantona y digo: “Tengo que escribir algo para Cantona”. Lo mismo con [Enzo] Francescoli; tengo un par de cosas escritas, pero le tengo tanto respeto que no me convence lo que escribo, como que no expresa toda la grandeza que se ve de sólo verlo parado en la cancha, ese talante.

Yo quiero ser como Eric Cantoná o nada. Delantera de mi vida y mi palabra

Y mi muerte será gol. Gol que el otro no vio venir.
Yo sé que hay dos o tres personas que tiemblan si yo amago a escribirles.
Puedo dar nombres pero mi madre me enseñó que eso es de mal gusto.
Cantoná, Cantoná, Cantoná, como mantra.
Tu cuerpo es una heladera bailando ballet en la cancha.
Vos francés, yo uruguaya, pero a los dos se nos fue la moto un día.
Y la gente insulsa no entiende que eso es fragmento y no olvida.
No perdona nada.
Me acuerdo muy bien cuando era una imbécil y decía que no me importaba la política. Pobre mina. Debo haber parecido una idiota.
A veces hay que afirmar cosas como que el rojo es rojo. Y no hay sangre.
Es sólo una patada que va a cambiar el resto de tu vida.
Cantoná, Cantoná, Cantoná y nuevos y particulares niveles de justicia.
Cantoná, ex futbolista, hablando de cómo te cogen los bancos.
Cantoná pasando del fútbol al cine cómodo y relajado.
Y sus propias palabras: “No soy un hombre, soy Cantoná”.
Y en mis retinas queda la potencia del que no se calla nunca.
Hace unos días me dieron un pelotazo a toda velocidad en la cara y me gustó.
Me quedó un zumbido blanco, una desorientación tal que iba a transformar en gol.
En el fútbol y en la vida, golpeada, ninguneada y cansada, pero nunca derrotada. Cuando vos me pegues fuerte,
fijate porque se viene harto corte de luz en tu lado de la cancha.
Yo no me metería con una mina de 1,60 que escribe.
Yo no me metería con alguien que corre a toda velocidad hacia vos sin importar tu tamaño.
Yo no me metería con alguien como yo.
Yo físicamente no puedo ni voy a hacerte nada.
Pero a lo Cantoná, tengo cuchillos en la lengua para quien haga falta.
Y sé perfectamente cómo hacer para que te sientas como una monumental y soberbia montaña de absoluta nada.
Yo no le estoy escribiendo esto a alguien.
Yo le estoy escribiendo a todo aquello que un día nos frenó.

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