Los gritos de los capitanes y los goleros llegaban hasta la tribuna, a pesar del bullicio de la hinchada local y el esporádico agudo de la visita, atrás del arco, más allá de la pista. Los estadios con pista como que enfrían. Pero son más acordes —supongo— al protocolo lerdo de un partido por Copa Sudamericana: un himno estándar, escenografía que retiran colonienses de turno, chalecos que dicen “pasa pelota” para quienes la alcanzan; lenguaje neutro de ocasión.

Colonia de fiesta, bombos e improvisación, y una bandera del Che. Ramiro Quintana abrió la cuenta, la serie entonces estaba empatada 1-1. Dos minutos más tarde, Facundo Waller, con un zurdazo de colección, puso –según el trámite– las cosas en su lugar. La expulsión de Kevin de la Hoz tras un tumulto en vano dispuso el vértigo por la rebeldía, la de quedarse afuera, la de seguir en la Sudamericana. Plaza encontró asidero en cuidarla. Zamora, en la voz de mando del criollo Ignacio González, fue sosteniendo la estantería con el famoso gol de visitante como una zanahoria. En el entretiempo, plenas y reguetones. Hay quienes se animaron a tirar unos pasos. Mates y bizcochos por doquier, vinieron de todos los pueblos de la vuelta.

Cuando, entrado el segundo tiempo, de la mano del ágil Duván Rodríguez Zamora crecía a pesar del hombre de menos, un error del arquero le permitió a Waller hacer el tercero. Luis Romero había sacado apurado del arco con un lateral que se vio comprometido; en la devolución, mientras dudaba de si ventarla o volver a intentarlo hacia el otro lado, la presión de Juan Cruz Mascia y Waller le apagaron la tele. Se la pellizcó el volante y definió sin oposición para el delirio con los suplentes y el pueblo entero en las graderías. Plaza hizo todo lo que tenía anotado en la agenda. La presencia de Waller fue clarificante desde el inicio. Los pantalones arremangados de Matías Caseras son una postal de la épica futbolera que nos caracteriza.

Zamora no se entregó nunca, pero en otro arrebato existencial Manuel Arteaga también se fue expulsado. Un par de minutos después, Ramiro Quintana, por doble amarilla, también dejó la cancha. Atrás del estadio chirriaban los juegos electrónicos del parque. Los mates cebaron el último faltando diez y hasta se intentó una ola que no prosperó. De local en el Suppici de Colonia, el equipo dirigido técnicamente por Matías Rosa eliminó a Zamora de Venezuela y pasó de pantalla.