Fines de diciembre y principios de enero marcan que termina una temporada deportiva y arranca el camino de otra. Es tranquilidad para los que tienen contrato y siguen, quizá lamentándose por aquel gol que erraron o aquella patada que dieron y complicó a sus compañeros, entre puteadas y reproches de los hinchas, pero es incertidumbre y desconcierto para los que no tienen contrato y están sin equipo. Aparece el período de pases, la danza de nombres, y ellos no están ahí. La inercia y el ímpetu los hace correr, patear y correr. Quizá en un cantero, o con un profe, pensando qué hicieron mal, aunque no hay tiempo para lamentos, porque las cuentas no se pagan solas. Hay que estar preparados. En Primera División hay 16 equipos, habitualmente con 30 contratos cada uno, por lo que hablamos de cerca de 480 trabajadores con un sueldo mínimo de $ 43.545, a excepción de aquellos que están entre los 18 y 21 años, que cobran 60% de ese laudo, o los menores, que cobran 50%. En Segunda División el año pasado compitieron 12 equipos, pero hay menos contratos, cerca de 25. Hablamos de unos 300 futbolistas que cobran como mínimo $ 21.773, con las mismas restricciones según la edad. En resumen, Uruguay tiene aproximadamente unos 780 futbolistas que cobran un salario por desempeñar su trabajo, pero claro, hay un montón más de futbolistas que van rotando y pasan por una situación complicada cuando no tienen club.

Eso les sucede a los futbolistas afiliados a la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales (MUFP) que entrenan en el Complejo Enrique Castro, ubicado sobre la calle Camino La Paz Mendoza, en las afueras de Montevideo, coordinado por Gustavo Badell. Allí todos los días llegan un montón de jugadores sin equipo con el afán de no perder ritmo, mantenerse en forma, tocar la pelota y hacer un poco de grupo. Los que no tienen cómo llegar son trasladados por un medio que pone la propia gremial.

Para formar parte del equipo de jugadores libres de la MUFP se necesita haber finalizado un vínculo contractual en un período de tiempo no mayor al 31 de diciembre de 2017; en caso de que el plazo se cumpla en el momento en que el futbolista está entrenando, se permite seguirlo haciendo hasta el comienzo de la temporada. El complejo fue fundado el 14 de octubre de 2008 y lleva el nombre de uno de los fundadores de la MUFP y su primer presidente. Además, Castro, que había sido mediocampista de la selección uruguaya, fue uno de los que más se movieron en la huelga de futbolistas que arrancó en 1948 liderada por Obdulio Varela. Desde ahí los derechos de los futbolistas fueron más visibles y cuidados.

El complejo es espectacular, en un entorno mágico, tranquilo e ideal para entrenar. Varias canchas, todas en buen estado, y un espacio cerrado, con césped sintético, donde cuelga la frase “Por un profesional digno”. Están todos los materiales necesarios para el laburo, y además hay un equipo técnico que está todos los días desde la mañana. Lo lidera Apraham Yeladian, aquel de bigote que jugaba en Progreso y fue campeón Panamericano en 1983 dirigido por Óscar Tabárez y que luego dirigió a Bella Vista, Cerrito y Rentistas. Está el preparador físico Andrés Quatrini y el Apo Yeladian trabaja codo a codo con Luciano Barbosa de Jesús, Cafú, que nació en Río de Janeiro pero es un uruguayo más desde que llegó a Cerro en 1995. El ex lateral es quien habla más en los entrenamientos. Alienta, corrige y está ahí, porque sabe que no es el mejor momento para los 50 futbolistas que vinieron a entrenar. “Hacemos lo que nos gusta. Desde que nací quise ser futbolista, jamás me imaginé que iba a ser entrenador. Los últimos años empezó a picar el bichito, y arrancamos con el Apo. Los planteles acá son grandes, hay que tener paciencia, transmitir tranquilidad. Hay que planificar bien, pedimos ayuda a los jugadores, que no están en el mejor momento psicológico. Estar sin laburo no es fácil, es entendible. Tratamos de que vengan motivados, pero no somos quién para motivarlos porque ellos tienen que poder lograrlo. El pan de cada día es el entrenamiento, y queda esperar el llamado. Acá se habla de ese tema”, comenta Cafú en un español con dejos de portuñol, pero clarito.

Entrenamiento de jugadores libres en el complejo deportivo de la MUFP.

Entrenamiento de jugadores libres en el complejo deportivo de la MUFP.

Foto: Federico Gutiérrez

Piques y piques

Hace un año que Yeladian y Barbosa están a cargo del equipo tras un llamado abierto que presentó la MUFP. Si bien Cafú ya venía dirigiendo a algunos jugadores que estaban sin equipo, Yeladian lo invitó a ser parte de su proyecto y ordenar la matriz de trabajo. “Básicamente [en ese proyecto] les daba un orden a los entrenamientos de la MUFP y un poco la experiencia recogida en algunas charlas. Nos informamos y sabíamos que acá había un complejo muy interesante, hermoso, con unas instalaciones buenísimas. La idea era sacarle el mayor provecho y elevar el rendimiento físico, futbolístico y anímico en esta etapa para los jugadores. No planteamos nada diferente; supongamos que esto es un equipo, que no es profesional, pero en base a lo que representa un proyecto de un año hacemos lo más conveniente. Yo no fui muy partícipe de la MUFP cuando era futbolista, lamentablemente. Era diferente. Cuando uno va a preparar algo lo hace de forma seria y con mucha responsabilidad. Buscamos mucha información, nos asesoramos, buscamos un cuerpo técnico con un jugador de experiencia, como Cafú”.

La MUFP entrena como un equipo profesional, sólo que no compite. Enfatiza en trabajos físicos de pretemporada y luego se pasa a la etapa del fútbol, en la que se está ahora, con amistosos con equipos profesionales. Hay kinesiólogos, psicólogos y nutricionistas que están a la orden por si se precisa. A pesar de que el laburo no está y hay incertidumbre, el clima es de total lealtad, sacrificio y buena energía.

“El objetivo es que se vayan. El año pasado pasaron más de 180 futbolistas, y 86 se volvieron a reinsertar. Nosotros apuntamos a eso: mejorar su capacidad, y en base a los conocimientos y llamados que nos hacen ir mechando futbolistas con características que nos piden. Esta quizá es la zafra, los últimos meses del año son pocos jugadores, pero los primeros meses vienen muchos. Tuvimos hasta 65 jugadores en alguna práctica. Es complejo; nos dividimos, nos organizamos. Vos traés una idea, pero cuando llegás acá y ves los que son es que podés trabajar. El año pasado tuvimos diez goleros, es poco. Eso hace que los trabajos sean más puntuales, y quizá no con las condiciones que queremos. Porque a los futbolistas les gusta patear al arco, tuvimos algún período sin golero. Es un momento anímico especial, no tienen trabajo, se suma lo personal de cada uno”, cuenta Yeladian.

El Apo sabe que es un momento difícil, y por eso intenta hablar con los que se lo piden. La forma de trabajo es grupal, pero también se atienden situaciones individuales o trabajos específicos. “Hacemos una ficha individual en la que aclaramos cosas, y los profes arman cosas específicas para tener un buen desarrollo de lo que necesitan. La mayoría añora tener la oportunidad, es un momento difícil cuando no tenés la posibilidad de trabajar. Casi todos son jugadores no tan jóvenes, hay que tener un sustento para seguir viviendo, entonces ahí se complica. Son momentos complicados, especiales. Son detalles que hacen a la cosa. No están todos los días del mismo humor. Acá intentamos compensar minutos jugados en partidos amistosos, vemos la trayectoria, hay jugadores muy interesantes que llegan. Tenemos mucho apoyo de la MUFP, acá no falta nada. Es un lugar muy cómodo, muy práctico”, comenta Yeladian.

Por su nombre

Entre los futbolistas que entrenan hay algunos muy conocidos, como Héctor Romário Acuña, Deivis Barone, Claudio Rivero, Sergio Pérez, Federico Cristóforo o Gonzalo Carneiro, quien pasó de Defensor Sporting a San Pablo y recibió una sanción de dos años por el Tribunal Deportivo Antidopaje. También está Emiliano Albín, que jugó en Paraguay el último semestre y está sin equipo.

“Para no estar parado en el trabajo con pelota me vine acá. Es un beneficio que la MUFP nos da y está buenísimo. Hay un cuerpo técnico completo. La etapa es difícil, no es el momento más lindo, porque se acerca el inicio del torneo y estás sin equipo. Lo tomo como preparación, esperando esa oportunidad. Esta es la primera vez que entreno acá, habitualmente entrenaba por mi cuenta. Sirve esto. Acá me encontré con un excelente lugar, un predio mejor que el de la mayoría de los equipos del fútbol uruguayo. Hay profesionales, hay materiales y hay jugadores que buscan el mismo rumbo. Acá los jugadores lo viven de forma distinta, pero no es un momento lindo porque estás sin trabajo; lo que todos queremos es pertenecer a un grupo, por más que este es un grupo lindo, pero buscamos llegar a un lugar profesional. Acá se habla, hay jugadores que tienen contacto porque se conocen, entonces se habla de esos temas y lo llevamos de la mejor manera. Intentamos disfrutarlo”, comentó Albín a Garra. Quizá la diferencia del ex lateral de Peñarol, Boca Juniors y la selección sea que aprovechó el tiempo para estudiar la carrera de ingeniero agrónomo, la cual intenta coordinar con los entrenamientos. “Creo que es una opción. Por suerte la MUFP ha apoyado eso, ha impulsado que los jugadores estudien. Yo intenté llevar las dos cosas. Los jugadores tienen que aprovechar este lugar, y también aprovechar las oportunidades que da el estudio”, resumió.

Mientras va terminando la práctica, que tuvo muchos ejercicios físicos y trabajos técnicos, con definición a los dos arqueros que había, Cafú da la lista de los jugadores que van a estar en el amistoso contra Boston River. Los nombra, les dice adónde tienen que ir y que pasen a buscar la ropa. Pero tranquilos, porque si bien es un amistoso y la chance de mostrarse ante un potencial equipo que los contrate, el brasileño les aclara que hay que jugar en equipo. “Acá no tienen que demostrar nada en lo individual. Somos un equipo y todos los conocen. El que los quiera conocer en profundidad que vaya a tomar mate a la casa”. Después le dice a Garra que los jugadores más veteranos están más acostumbrados a estas situaciones, entonces saben que puede pasar este lapso y que más cerca del arranque del torneo los pueden llamar: “Con los más jóvenes hablamos más, les pedimos paciencia, ganas de entrenar y que se motiven. Uno se puso más veterano y en los últimos años de mi carrera me enseñaron que cuanto más hablás, menos corrés. Acá les repito siempre eso, corregimos por línea, y hablamos de pensar en la cancha. Grito, ordeno, hablo. En los amistosos muchos se quieren mostrar, entonces les pedimos que no cambien la mentalidad, que jueguen en equipo, porque si hacen la personal no les va a salir. Querer hacer cada uno su papel hasta queda feo para los compañeros”.