Cumplir 120 años en la historia del fútbol es casi, te diría, cumplir en el fútbol. Cumplir 120 pirulos atrás de la guinda, para un país, para una asociación de clubes que por imperio de la pelota terminó construyendo ciudadanía y resolviendo la noción de patria, es estar en la historia del fútbol y es estar en la historia reciente del mundo contemporáneo.

Fue en aquella reunión en la Freemason’s Tavern, en una calle de Londres, el 26 de octubre de 1863, cuando Ebenezer Morley y un grupo de personas, que además representaban a otros grupos de personas que jugaban a la pelota, cuando se decidió que aquel juego debía tener reglas fijas y unificadas para que se usaran en todos los campos, ciudades y universidades de Londres. Luego, un 30 de marzo de 1900, se estableció una asociación de fútbol en el Uruguay, con lo que se se podría decir que el fútbol sólo tenía historia en las islas británicas.

Salió hacia todos los puertos y transitó por encima de los durmientes de las vías del tren. Por la maravillosa y virtuosa explosión en los campitos del Río de la Plata podemos decir que el fútbol como juego, como arte, como disciplina a nivel mundial –y no regional–, nace en estos confines y con esa gente que se institucionalizó, no para hacer negocios ni para ganar dinero, sino para jugar, para realizarse detrás de una pelota en equipo.

Que los cumplas

Hoy cumple la Asociación Uruguay de Fútbol y, claro, no hay festejo. No podemos ni debemos salir de nuestras casas, no podemos andar atrás de una globa. Está perfecto que así sea, y que desde una entidad con tantísimos seguidores se promueva la restricción ya no solo de las aglomeraciones y el tránsito de las personas, sino el responsable aislamiento social

No hay fútbol. No hay partidos, pero sin embargo si hay historia, que da soporte a este presente vacío y que inevitablemente es potente cimiento para el futuro.

La vida y desarrollo de Asociación Uruguaya de Fútbol, su aniversario 120 en el año en que vivimos en peligro, es una de las herramientas que quedan a mano en nuestras mentes, en nuestros libros y en nuestro imaginario, para ajustar el encuadre de mirar a esos días que no nacieron, con la particular y peculiar base histórica de una nación que se solidificó a través de la transversalidad que nos dio el deporte en su construcción batllista.

El fútbol todo, pero con la camiseta de la AUF, construyó futuro en nuestro país desde los albores del siglo XX y, aunque suene a exageración, es una de las vigas fundamentales del imaginario nacionalista.

La AUF cumple 120 años de gloria y esfuerzo, de sueños y trabajo, de felicidades y tristezas, de tensiones y soluciones. La Asociación Uruguaya de Fútbol está cerrada, sus trabajadores en el seguro de paro, sus instituciones atrapadas por el paradigma del fútbol negocio –muchas veces conducidas por empresarios que juegan con las reglas del capitalismo salvaje–, pero que algunos aún alimentamos con la esperanza de una historia de sostenida épica.

¡Levántese!

Casi vencidos o muy cansados hemos estado muchas veces. En 1935 cuando los cansados y veteranos ya campeones del mundo, los mejores, llegaron a Lima, a Santa Beatriz, para afrontar una nueva Copa América, fue una de esas veces.

En Perú esperaban con ilusión y cierta admiración a los campeones, pero en cuanto no vieron el juego florido de aquellos cracks empezaron a mofarse.

En Lima, en Santa Beatriz, llegaron a la final del Sudamericano de 1935 los cansados héroes orientales capitaneados por el Terrible José Nasazzi. Los peruanos se mofaban de nuestros campeones del mundo y vaticinaban un claro triunfo argentino, pero, sin embargo, la victoria fue de los uruguayos por 3-0. Fue cuando nuestro viejo centrohalf, Lorenzo Fernández, cayó acalambrado sin condiciones de seguir, se le arrimó el Mariscal Nasazzi y le dijo: “Levántese, Lorenzo, imagínese lo que van a decir en Montevideo...”. El viejo Fernández –ambos tenían 35 años de los de antes– se levantó, volvió a correr, a trancar con la cabeza y a levantar la copa.

Tal vez no sepan que fue ahí que se corporizó en letras sobre papel la idea o el concepto casi filosófico de la garra celeste.

Hay en esta mirada de 120 años un espíritu colectivo alimentado por triunfos, hazañas, sueños, frustraciones y eternas últimas oportunidades.

Ninguna representación de nación tiene tantos títulos continentales como la AUF. Nunca, nadie, con tan escasa tasa demográfica, ha conseguido títulos tan significativos como el de ser el mejor del mundo, o hazañas tan maravillosas como la construcción del Estadio Centenario en apenas unos meses, además del para siempre Maracaná, además de otras que sólo nosotros las guardamos en nuestros corazones, como el triunfo de Luis Suárez en el Arena Corinthians, o las recompensas que hemos recogido en el camino por el que nos conduce Óscar Tabárez.

Pero hay más, habrá más, porque esos cientos de miles de niños, y felizmente ahora también de niñas que se institucionalizan para jugar un juego, el de la pelota, el fútbol, lo hacen con el escondido sueño de algún día jugar sintiendo la celeste en el pecho.

No es negocio, es la vida

Hoy hay cumpleaños pero no hay fiesta. La AUF está cerrada, sus trabajadores sin trabajo, sus cultores sin culto, aunque algunos de sus dirigentes y muchos de sus clubes –que surgieron por la necesidad de institucionalizarse para jugar de manera reglada– estén pensando en que así no es negocio…

No, claro que no. Para nosotros. los tres millones y pico restantes, el fútbol nunca fue un negocio. El fútbol es y será el juego de nuestras vidas. Y lo seguiremos jugando. Va pelota.