Mientras colgamos el barbijo y nos lavamos las manos porque recién entramos de las vueltas obligadas, pensamos en el alcohol, si todavía queda. Hay un segundo en esa nueva rutina sanitaria en el que muchísima gente extraña el fútbol. Cuando cada quien se permite el romanticismo, el fútbol es nostalgia.

En la radio, especulaciones, si Cavani sí, si Cavani no, si Lugano sí, si Saravia no. Lo cierto es una dicotomía entre el hambre y el goce. Digamos, hay futbolistas que la están pasando mal. Y sin jugadores no hay fútbol, sin jugadoras tampoco. Por otro lado o por el mismo, lo extrañan tanto los propios al césped como los ajenos, funcionarios, maniceros, hinchas, buitres. Todos extrañan que el juguete ruede. Algunos por dinero, otros por amor, o por ambos.

Las fronteras casi todas están cerradas. Los estadios también, pero hay mojones mundiales donde la pelota sigue rodando. Hay miles de hechos contradictorios con respecto a la pandemia y sus cuidados, pero ¿qué diferencia hay entre un aula y un vestuario? Por ejemplo, o ¿qué diferencia hay entre una cola de supermercado y un córner?

Nicaragua es uno de los ejemplos de ligas que no han cesado de rodar. Y uruguayos hay en todos lados. El Real Estelí es uno de los equipos más grandes de la tierra de Sandino. En el último empate clásico a puertas cerradas con el Diriangén, dos uruguayos se enfrentaron en la pelea por los primeros puestos: Bernardo Laureiro, volante del Diriangén, y Richard Rodríguez, jugador del Real Estelí.

Rodríguez jugó en Rentistas, en Canadian, en Platense y en Cerrito. Emigró al Vida, equipo de los de pelea de Honduras, y actualmente defiende la casaca a bastones blancos y rojos del Real Estelí, tras un breve paso por el fútbol paraguayo. En conversación con Garra sobre la situación en el país centroamericano dijo que “se han tomado muchas medidas, hay unos cuantos negocios cerrados, y se utilizan guantes, tapabocas. El fútbol se sigue jugando a puertas cerradas. Es feo jugar sin gente, más cuando jugás de local. Hay que automotivarse, pensar en la familia, jugar por ellos, por uno mismo, por el equipo. Se está entrenando normal todos los días, nos dan alcohol en gel, jabón para lavarnos las manos constantemente, botellas de agua para cada uno. Hay pocos contagiados en Nicaragua, casi todos los casos que hay están controlados aunque hubo un fallecido. Las fronteras están todas cerradas. En el día a día no estamos tanto en el vestuario, pero los días de partido sí, porque hay que estar un par de horas antes. Desde la pandemia ya se jugaron más de diez partidos, no tiene sentido pararlo ahora que ya está por terminar. Queda la última fecha, y si Dios quiere clasificamos a semifinales. Los salarios por ahora siguen todos normales, los atrasos y esas cosas no son por la pandemia. La idea es repetir el título para tener mejor clasificación a la Concachampions (Copa de campeones de la Concacaf). Para la de este año ya tenemos ganado el cupo pero por ahora no se va a reanudar ese torneo”.