Según se decanta de la reunión que mantuvieron las autoridades de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) con las de la Secretaría Nacional del Deporte, hasta el miércoles 15 de julio no se sabrá qué día se empezará a jugar la cuarta fecha del Torneo Apertura, que lidera desde aquel lejano 8 de marzo Rentistas, ganador de las tres primeras fechas. Más allá de cuándo se jugará el clásico en el Centenario, o de cómo harán para televisar todos los partidos de cada fecha, queda por resolver cómo se resolverá el año calendario.

La covid-19, la pandemia, la emergencia nacional, cortaron todas las actividades, y entonces el Campeonato Uruguayo –que en 120 años sólo no terminó o no se realizó en tres oportunidades– planifica en el aire el volver a las canchas.

Hay tres posibles escenarios en las semanas que resten hasta el 20 de diciembre, fecha en las que se deberían efectivizar las licencias de los futbolistas:

  1. Si arrancamos a contar desde el 15 de agosto –que por el momento es la fecha tope de reinicio del campeonato– hay 19 semanas. Podría haber espacio para fijar 37 fechas de disputa jugando ya de salida cada tres días, y sin tener en cuenta la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana que juegan o jugarán seis de los 16 clubes de la A.
  2. Si el reinicio del Apertura se adelantara una semana, es decir, si la cuarta fecha se empezara a jugar el 8 de agosto, habría 39 fechas disponibles.
  3. Si sucede lo que pretende la AUF, o sea que el campeonato se retome en el primer día de agosto, las fechas disponibles para fijar partidos del Uruguayo serían 41.

En todos los casos se trata de hipótesis de trabajo que seguramente no podrán convalidarse, ya sea por la segura reanudación de la actividad internacional para Nacional, Peñarol (Libertadores), Fénix, Liverpool, Plaza Colonia y River Plate (Sudamericana), o por la casi segura imposibilidad de poder jugar durante cuatro meses y medio un partido cada tres días.

Sigamos tomando por ahora la fecha planteada por el Poder Ejecutivo para la vuelta del fútbol profesional, establecida para el 15 de agosto. Desde entonces habría disponibilidad para fijar hasta 37 etapas, dado que el fin de semana de las elecciones departamentales (27 de setiembre) no puede haber actividad pública. Esas 37 fechas darían para jugar las 12 que restan del Apertura, las ocho del Intermedio (son siete fechas por serie más la final), las 15 del Clausura y hasta las finales del Uruguayo.

Lo mismo sucedería si empezara el 8 de agosto y hasta el 1º de agosto.

Entonces, ¿dan los tiempos para cumplir con la demanda de Tenfield por contrato de los 240 partidos anuales? Sí, en ese escenario irreal e irrealizable en cuanto aparezcan las otras competiciones, las de Conmebol y las de FIFA, que ya ratificó –a revisión– las primeras etapas de la eliminatoria sudamericana para Catar 2022.

Si se puede

Revisemos otra hipótesis de trabajo, la de jugar sólo los fines de semana, que directamente evitaría cualquier cruce con la Libertadores, la Sudamericana y las eliminatorias del Mundial. Si fuese desde el 15 de agosto, habría 19 jornadas para el calendario, lo que permitiría terminar el Apertura y, poniendo una entre semana, terminar el Intermedio, dejando íntegro el Clausura para el próximo verano. Si lo largaran el 8 de agosto, se podrían jugar hasta dos fechas del Clausura, y si fuese el 1º, se alcanzaría hasta la cuarta fecha del último torneo del Uruguayo.

Si además en setiembre, octubre, noviembre y diciembre se pudiera fijar por lo menos una fecha entre semana, allí se podría llegar, en el mejor de los casos (empezando el 1º de agosto) a avanzar en 2020 hasta la octava fecha del Clausura, quedando para resolverse la temporada en febrero-marzo de 2021.

La Conmebol ha insistido formalmente en que sus torneos de competiciones masculinas habrán de culminar. Al igual que a la AUF con Tenfield, le pesa la exigencia de quien ya compró los derechos de televisación de los torneos, por lo que los partidos se deben jugar.

No se sabe aún cuál será el formato de disputa. Parece muy difícil que se retome con la misma actividad que estaba planeada. Es posible que en la Libertadores resuelvan de alguna manera su fase de grupos, en la que a todos les quedaba por jugarse la segunda rueda, y después jueguen a partido único una ronda final en un solo país, lo que seguro demandaría seis semanas de posibles colisiones de intereses; o que directamente arranquen desde octavos de final, lo que implica dos semanas de disputa. Lo mismo pasa con la Sudamericana, en la que tal vez también se avance jugando en una sola ciudad todo lo que le resta al campeonato, a partido único.

Pero eso no lo define la AUF, que sin embargo tiene que prever dónde encajarán esos seguros engranajes.