A pesar de tratarse de la misma pista que hace una semana, el Gran Premio de este domingo fue absolutamente diferente al anterior. La victoria de Max Verstappen en Silverstone, a bordo de un Reb Bull-Honda, rompió el dominio absoluto que venían ostentando los Mercedes Benz de Lewis Hamilton y Valtteri Bottas.

¿Qué cambió en tan pocos días para terminar con la superioridad de Mercedes Benz, que superaba en más de un segundo por vuelta a los demás equipos? Sobre todo, un tema de gomas. Primero, porque Pirelli brindó juegos un escalón más blandos que los de la semana anterior. Segundo, porque esta vez hizo más calor. Ambas cosas, más varios pinchazos registrados el fin de semana pasado, hacían prever que esta vez las cubiertas durarían mucho menos, por lo que la estrategia de paradas en boxes debía cambiar.

Y Red Bull fue el equipo que entendió mejor cómo hacer esos cambios. De hecho, empezaron a construir esta victoria desde el sábado, cuando se aseguraron una clasificación con gomas “duras”, contraria a lo que hicieron los demás punteros. Así que, mientras los Mercedes de Valtteri Bottas y Lewis Hamilton se aseguraron las primeras posiciones de largada, Verstappen se conformó con la cuarta, pero sabiendo que el domingo todo podría cambiar.

El pensamiento estratégico es el gran capital de Red Bull, un equipo que nunca hizo el auto “más rápido”, pero sí el que mejor aprovecha otros factores, como la aerodinamia, la tracción de salida, la velocidad en curvas, y, como esta vez, la gestión de las gomas.

Obviamente, el manejo de Verstappen, el ganador más joven de la categoría, fue excepcional. Tras superar a Nico Hülkenberg -fue un brillante retorno del número 27, llamado para suplir a Sergio Pérez-, Verstappen siguió de cerca a los Mercedes, y se hizo de la punta cuando los líderes debieron parar por gomas frescas. En ese lapso construyó una ventaja suficiente para asegurarse que los mercedarios saldrían detrás de él. Un error en la estrategia de Mercedes, que “apuró” la segunda parada de Bottas, le aseguró la victoria a Red Bull, que calcó el llamado a boxes en la misma vuelta y así “tapó” al finlandés. Hamilton continuó en pista, siguiendo la estrategia ideal de una parada, pero dado su desparejo tratamiento de las cubiertas fue llamado a boxes y el caucho fresco apenas le alcanzó para superar al malogrado Bottas, que sigue difuminando su rol en el equipo, a pesar de haber renovado su contrato esta semana.

El ferrarismo, por su parte, tuvo una esperanza en el buen rendimiento de Charles Leclerc, que llegó cuarto, habiendo largado octavo, y a un ritmo muy decente. La alta temperatura le sienta bien a la máquina italiana, aunque no pudo aprovecharla del todo Sebastian Vettel, que hizo un trompo en la primera curva y luego se vio perjudicado por una errónea estrategia de carrera que lo colocó detrás de autos que estorbaron su progreso. La buena performance de Ferrari, de todos modos, sorprendió al propio equipo, lo cual no es bueno. El propio Leclerc dijo que van a estudiar los datos para ver en detalle a qué se debe esa mejora en rendimiento.

Lo de Red Bull y Verstappen en este Gran Premio Aniversario tiene dimensiones de hazaña, dada la supremacía de Mercedes, y aunque es difícil que se repita, le trajo vida a un campeonato tan afectado por el coronavirus, y que por eso mismo debe brindarle a los espectadores un espectáculo más entretenido que habitualmente. Lo aplastante de la supremacía de Mercedes, con su motor insuperable y una ventaja en el diseño de una suspensión móvil (que debería ser declarada ilegal), atentaba contra esa necesidad de los fans. Hasta hoy, claro.

Max Verstappen, durante el Gran Premio Aniversario de la Fórmula 1, en el circuito de Silverstone.

Max Verstappen, durante el Gran Premio Aniversario de la Fórmula 1, en el circuito de Silverstone.

Foto: Andrew Boyers, pool, AFP