Las sensaciones engañan. ¿Verdad que sí? De alguna manera, nuestra primera percepción al sentir que vuelve el fútbol, que terminará la temporada, que estamos en otro año, que tenemos más experiencia en gestión de actividades y competencias en medio de la pandemia, es que será por lo menos en el marco de la nueva normalidad. Pero no, no es así, porque siguen existiendo obstáculos que aparecen como en una nueva pantalla de Candy Crush, asociados a las dificultades ordinarias de la disputa.

Por estas horas sabemos con certeza que el miércoles se deberán jugar los últimos dos partidos del Torneo Intermedio, que, como sabemos, no sirven para definir el torneo, pero tienen vital importancia para la decisión del Uruguayo, para la Anual y para el descenso.

El primer partido será en el Franzini entre Defensor Sporting y Boston River, a puertas cerradas y para la televisión –eso se mantiene– y comenzará a las 18.00. Después, en el estadio Centenario a las 20.00, Torque y Rentistas jugarán un partido que mucho tiene que ver con las posiciones de arriba, las que antes de que termine el campeonato darán un lugar en la Libertadores. El jueves, además, se juega la final del Intermedio, que no otorga puntos, pero sí la gloria del campeonato y la clasificación para la Sudamericana 2021 y para la Supercopa.

Estos tres partidos, y los que vengan después, desde el sábado 16 de enero del 2021, en el comienzo del Clausura 2020, tendrán una restricción real y específica de asistentes: de acuerdo a lo estipulado por la Secretaría Nacional del Deporte, sólo ingresarán 50 personas por delegación, entre los que se incluyen todos los futbolistas (hay 21 en el formulario, más alguno de los que no jueguen ese día), el cuerpo técnico, el equipo médico, utileros y demás funcionarios técnicos, que llegan a un número cercano a los 40, por lo que no quedarán más de diez lugares para dirigentes.

Test y distancia

En plena aceleración de contagios en la sociedad uruguaya, y por tanto con casos también en el fútbol profesional, mucho se habla de una modificación de los protocolos para casos positivos dentro de los clubes. Lo primero que hay que aclarar es que aquella disposición de que los partidos se posponían si había cinco o más casos no estaba incluida en el protocolo de los doctores Carlos Voituret, Mario Pagano, Gladimir Melo y Edgardo Barboza, sino un agregado de los clubes de Primera. Tampoco era un procedimiento ordenado por el Ministerio de Salud Pública, que desde hace meses exhorta a los contactos directos a mantener una semana de cuarentena. Ello era lo que generaba que los equipos en burbuja, ante la aparición de uno o más casos, todos eran contactos directos y quedaban impedidos de jugar o practicar por lo menos por una semana.

La variable, que gente del ambiente del fútbol expresa o confunde como “nuevo protocolo”, sería que los clubes con test PCR continuos no tuvieran más movimientos colectivos que prácticas y partidos, sin burbuja, y entonces sólo quedarían sin jugar y aislados los futbolistas positivos. Ese mismo grado de distanciamiento casi permanente –lo opuesto a la burbuja– permitiría a los clubes jugar con los futbolistas que estén a disposición, como se ha hecho en otras partes del mundo.

Se sabe que ahora no hay períodos de pases y que todos los clubes perdieron futbolistas a los que no se les extendió el contrato, por lo que no habría más posibilidades que la de recurrir a juveniles.