Tal vez me lo preguntaron desde Corrección, o el chofer del bondi, o un casual interlocutor en el barrio de La Teja, en Montevideo: ¿vos estás seguro de que hay un partido de la primera división del Uruguayo un lunes que no es feriado, a las 10.15 de la mañana?. Sí, sí y sí, y en todas mis inventadas respuestas le fui agregando algo: “sí, y juega uno de los escoltas del Clausura”, le dije a la jefa de Corrección; “¿vos pensás que a Peñarol o a Nacional le van a fijar un partido un lunes a las diez de la mañana?”, le dije al guarda conductor del 185 una cuadras antes de bajarme en Carlos María Ramírez y Concordia; al casual interlocutor a la salida de la confitería Rochelle, sita en esa esquina, le pregunté si seguían saliendo buenos los pan con grasa.

Más allá de caminar entre la ficción y la realidad rumbo al Paladino, hay un tratamiento complicado con el fútbol al fijar un partido de campeonato, trascendente como todos, con uno de los que van más arriba y los dos que no se quieren ir para abajo, el primer día laboral de la semana de mañana. ¿No había horarios de pantalla? Seguramente debe de haber sido eso lo que modificó la acción natural de los deportistas, que habrán desayunado fuerte antes de su esfuerzo, de los hinchas con sus Sinovac o Pfizer a cuestas, de los que prendieron la tele.

Una lástima que el partido haya quedado perdido en esa nebulosa de lunes de mañana. Fue un juego muy interesante, que terminó 0-0 y que, como dicen los especialistas, es un punto cuyo valor final se deberá evaluar cuando se dé por terminada la temporada. No parece cierto que no le sirve a ninguno, tampoco que si hay cero gol hay cero espectáculo.

Digamos que fue un partido muy interesante en el que Progreso pareció estar más cerca de la construcción del triunfo, empujado además por seguir como escolta de Peñarol, pero que la IASA tuvo también sus buenas posibilidades de gol que hicieron volar a Rodrigo Formento aun cuando la pelota explotó en los caños o en sus guantes.

En la segunda parte, con transito fluido de lado a lado, pareció que alguna iba a entrar, sobre todo para el arco que da a la refinadora, bien porque el viento jugaba para ese lado, bien porque Progreso lo buscaba con acciones coordinadas y con empuje. A Luciano Rodríguez, un jovencito a quien hace tiempo conocemos mucho más por su gran capacidad de juego que por su Koleston 81-Rubio cenizo claro, estrelló un cabezazo en el arco de Juan González y puso dos o tres veces en guardia al arquero de Sud América. Hasta el pitazo final no supimos si habría goles o no. No los hubo, pero fue un lindo partido que les dejó un punto para cada uno.