El Liverpool de la Cuchilla de Belvedere, el popular Negro, ganó el martes el partido de ida de la primera fase de la Copa Libertadores de América. Además, es el puntero en el Torneo Clausura. En ese plantel poblado de futbolistas de la rica cantera negriazul, sostenidos por experientes jugadores que siguen demostrando un gran nivel, como el Tofi Hernán Figueredo, se encuentra el Zorrito Gonzalo Bueno. El punta dice que “el gol mantiene vigente al delantero”, pero se detiene en la cuestión fundamental e infravalorada de las asistencias, que en otros países, quizá menos amarillos, se festejan como un gol. Lógico. En medio de la dinámica vertiginosa del campeonato y de la copa más importante del continente, el Zorrito habló con Garra de salud mental, de soledad, de lesiones, de goles, de ganas y de canchas chicas.

Los goles siempre son importantes, pero cuando los hacés frente a un equipo como Defensor que, más allá de Nacional, fue tu casa por un tiempo, ¿te generan algo distinto a un gol común y corriente?

Cuando llegué al Franzini me empezaron a venir los recuerdos. Recordaba las idas a entrenar de mañana y sobre todo encontrarme con la gente, los equipiers, el Bocha [Mathías] Cardacio, el Zurdo [Andrés] Lamas, con quienes conseguimos salir campeones. Me encariño mucho con los clubes en general, pero esos casos son especiales. Cuando entré cinco minutos la otra noche, pensé en aportar, en tratar de al menos agarrarla una vez, pero justo me quedó una y pude hacer un gol. Hice el gesto de las disculpas sobre todo por el mal momento de Defensor, que es difícil de entender porque tiene equipo para pelear el campeonato. Pero el fútbol uruguayo está cada vez más parejo, hay cuadros que quizás no esperabas que fueran a estar tan arriba y pagan las consecuencias los clubes que están bien de toda la vida y les toca estar abajo, que no es normal.

En esta lógica pandémica a los clubes grandes les toca ir a escenarios supuestamente chicos, y eso es también una característica del campeonato.

Me parece que eso es lindo para el fútbol. Y motiva a los equipos porque tienen sentido de pertenencia, incluso para los que recién suben, que quieren saber qué pasa con Nacional y Peñarol en su cancha. Cuando recién arranqué en Nacional, jugábamos casi siempre en el Parque o en el Estadio. Cada tanto íbamos al Viera, al Franzini, a Jardines, pero no mucho más. Ni siquiera Belvedere, ni que hablar el Prandi, el Complejo Rentistas. Ni te imaginabas. Los cuadros tienen que empezar a usar sus canchas. Antes los grandes te daban todas las entradas y de repente a los clubes les servía: la necesidad te lleva a eso. Pero los números sorprenden, entonces está bueno que los grandes vayan a todas las canchas a jugar. Como en el fútbol argentino: Boca tiene que ir a San Juan, a Mendoza, a Rosario, y cada vez que va la pasa mal. Es bueno que los cuadros puedan jugar en las canchas que conocen de toda la vida.

¿Cómo se siente eso de que los clubes puedan elegir el lugar en que participan en la Copa?

Es increíble. Si nosotros no hubiéramos elegido el 4 podíamos ser Uruguay 3. Pero es un año especial; lamentablemente el campeonato se dio así por la cantidad de casos positivos que hubo en un momento. Hay países en los que los casos positivos se aíslan, se hisopa al resto del plantel y se sigue. Los que están para jugar juegan. Aunque acá si tenés más de cinco positivos podés elegir si jugar o no, es un tema que trastocó todo. Competir por la Copa y por mantenernos arriba en el campeonato ilusiona. La ilusión siempre está para jugar algo internacional, son muchos años sin jugar una Libertadores para Liverpool.

¿Te desgasta pero te gusta jugar tantos partidos seguidos?

El jugador de fútbol quiere jugar. Claro, el desgaste es muy grande, sobre todo el tema de la burbuja. Eso es lo que te perjudica más: estar encerrado en el mismo lugar, aunque se hace pasajero porque estamos jugando cosas importantes. Pero hay equipos que han tenido burbujas de un mes y medio sin ver a su familia, sin ver a nadie. Hay que trabajar la ansiedad. Muchos equipos quisieran jugar estos partidos.

¿Los goles son como reivindicaciones?

Es lo que mantiene vigente al delantero. El que sabe de fútbol, igual, analiza el juego, los controles, el movimiento, las tácticas. Pero están también los que se quedan con el diario del lunes. Lo principal en mi puesto es asistir, el ida y vuelta, generar el uno contra uno, generar córneres, generar faltas, generar para el equipo. El gol es lo más lindo que hay, pero asistir a veces es como hacer un gol. En Chile te muestran los goleadores y los asistidores, en Uruguay es muy difícil que pase eso. En otros países, como México, le han dado más importancia al asistidor que al goleador. Acá muchas veces parece que el gol es lo único que importa. Pero si el goleador no tiene un buen asistidor al lado, es difícil que sea un goleador. El que lo valora generalmente es el que sabe de fútbol.

“Lo más importante de que nos esté yendo bien o que estemos primeros es que la gran mayoría del plantel sean jugadores del club”

¿Notás la madurez de pasar por tantos equipos y lugares?

Cuando sos más joven no controlás la energía; yo corría para todos lados. Con el tiempo vas aprendiendo los movimientos en la cancha, empezás a hacer goles por ubicación, aprendés cuándo cerrarte y cuándo no. De chico vas donde sea por hacer el gol. Por eso los jugadores de experiencia siguen haciendo goles, por sentido de ubicación; eso se va aprendiendo. El que lo aprende con 20 años es un avanzado y está jugando en Europa. Aprender te hace sentir mucho mejor en la cancha. Liverpool tiene un plantel muy joven; te rejuvenece el buen humor, la buena energía. Eso a Liverpool le está dando resultados. Los primeros pasos son muy lindos y es importante tener gente grande como el Tofi Figueredo o como [Jorge] Bava, que te aconsejan, como el Colo Ramírez, que no por ser joven deja de ser experiente: es el máximo goleador y tiene un montón de partidos en Liverpool. O como [Emiliano] Alfaro, que se está recuperando, un jugadorazo muy querido en el club no sólo por lo que juega en la cancha sino por lo que da afuera. Liverpool hace eso: tiene gente grande y tiene muchos jugadores del club. Lo más importante de que nos esté yendo bien o que estemos primeros es que la gran mayoría del plantel sean jugadores del club.

¿Qué relevancia ha tenido la relación con tu padre, Gustavo Bueno, que también fue jugador y ahora es director técnico?

Me dirigió en las inferiores de Nacional. Al principio pensamos que iba a ser complicado, pero terminó siendo algo positivo. Es la edad en que te estás jugando llegar a primera. Salimos campeones, goleadores con Nico López. Tuve muchos técnicos buenos, pero mi padre es el que me ha ayudado en el día a día. Terminaba un partido, hacía dos goles o tres y siempre me decía algo para mejorar. Y todas las cosas que me decía me quedaban en la cabeza, aunque me calentaba y capaz que discutíamos, pero yo sabía que eso era algo que tenía que mejorar. Está en lo detalles, como padre y como técnico. Para mí fue clave.

¿Cómo te han afectado las lesiones que has tenido?

Nunca se eligen los momentos en que uno se lesiona, pero a veces llegan en momentos más importantes que otros. Por ejemplo, en Rusia, que me lesioné en pretemporada, tuve una lesión de tres meses y ya quedás para atrás. Después cuando volvés no es lo mismo. En Chile también tuve una lesión importante. Las lesiones grandes son las que te hacen pensar qué hubiera pasado si no te hubieses lesionado, porque de repente venías en un momento espectacular. El fútbol te cambia la vida en dos segundos.

¿Qué pasa con el bajón, con el encierro, con la tristeza de los jugadores? ¿Es importante pensar en la salud mental y los psicólogos?

A mí lo del Morro [Santiago] García me pegó de cerca: mi viejo lo dirigió en Nacional y yo tenía relación con él. Sigo sin caer en lo que pasó. La gente se acostumbró a pegarle al jugador de fútbol por naturaleza. Tiene que jugar, rendir y nada más. Siempre se habla de los sueldos, de lo que se gana. Hay que ser fuerte de cabeza, pero también se necesita apoyo. En mi caso me acostumbré a las críticas, algunas buenas, otras con mala intención. A veces parece que les tienen odio a los jugadores. Y la carrera de jugador de fútbol no es fácil: estás desde los diez años peleándola. Se le pega por naturaleza. Y a veces la crítica te llega y te duele, porque no es solamente desde lo deportivo, se meten con la persona. Lamentablemente no todos los clubes tienen psicólogo. Es necesario tener psicólogos deportivos. No hay otro deporte en el que se insulte tanto, no hay esa violencia verbal. Si el que vive en la esquina tiene tremendo auto nadie se pregunta cómo se lo ganó, si un abogado se compra tremenda casa está bien porque es abogado, yo no estoy de acuerdo con ninguna de las dos, pero todo lo que hace el jugador de fútbol es cuestionable. Podés tener diez partidos buenos, pero el partido malo es el que recuerdan.