En Belvedere, Liverpool aprovechó la jugada. Fue victoria 3-2 sobre River Plate, continúa primero y se ilusiona. Dos goles de tiro libre, uno de Christian Almeida y otro de Franco Romero, más otro de Agustín Dávila, certificaron el triunfo de Liverpool. Los de River fueron de Nicolás Rodrígues y Ribair Rodríguez. El negriazul se perfiló para campeón en su casa, el darsenero vio alejarse sus chances ciertas de trascender, aunque sigue en la bella carrera que lo afecta. Está hermoso el campeonato.

El equipo presidido por José Luis Palma hace tiempo acostumbró a su hinchada a pelear vueltas a la cancha. Ni siquiera olímpicas. Más bien criollas, revanchas, sorpresas. Liverpool amaneció cómo mi amigo Bruno que me escribió temprano, ya pensando en el partido. Así amaneció Belvedere, el Prado, el Paso, La Teja, aledaños. En el bar Tititos se habrá hablado de la posibilidad de campeonar si la cosa sigue en este tren que pasa poco. En el Bar de Vida también se habló de aquello que se refleja en el metal barato de una copa.

En la calle 19 de abril, por otro lado, se habló de copas y podios a la vez. Los dirigidos por Jorge Fossati cayeron cerca de su barrio a pelear por un lugar más allá de fronteras. Tempranito convirtieron el primero. Nicolás Rodríguez con un pelotazo desde afuera del área puso el gol para el recuerdo. Liverpool empató por Agustín Davila que puso el empate quince minutos después. Matías Arezo se lo perdió tras medir al arquero durante unos segundos que parecieron eternos.

Christian Almeida se paró frente a una pelota quieta convencido de que iba a convertir. Era el único que lo sabía en todo el fútbol bendito uruguayo. La puso tan lejos del arquero que apenas reaccionó. Gritó el segundo y a Liverpool a soñar con esa vuelta famosa, vacía por la pandemia. La clavó donde pocos llegan, ilusionó a otros pocos en la tribuna, a muchos otros frente a la tele, a la barriada occidental de Montevideo.

En un momento se pinchó un balón. Se detuvo el juego. Se pensó quizás en lo indispensable. Se lo perdió Thiago Borbas en una clara. Lo alcanzó a gritar Ribair Rodríguez; el guri criado en Danubio, empató el partido de cabeza tras un centro medido. Fue un partidazo entre cuadros históricos. Fossati se persignó hasta en la duda. La ventaja del locatario llegó también de tiro libre de los pies de Franco Romero, esquinado, en la ochava del arco.

De existir el VAR hubiese habido un par de tarjetas coloradas. Mientras, todo al ojo humano. El VAR es el castigo de los supuestos vivos. Los que pegan de mala leche justifican la piñata con VAR o sin él. Liverpool le hizo honores a su gestión que sigue batiéndolo entre los grandes nuestros. Incluso entre los grandes ajenos.

Detalles

Estadio: Belvedere

Árbitros: Daniel Fedorczuk, Carlos Barreira y Sebastián Schröeder

Liverpool (3): Sebastián Lentinelly; Federico Pereira, Franco Romero, Cristian Almeida, Camilo Cándido; Martín Fernández (54’ Germán Pérez), Jean Rosso (64’ Alan Medina), Agustín Ocampo (86’ Alex Vázquez); Fabricio Díaz, Agustín Davila (87’ Martín Correa), Juan Ignacio Ramírez. Entrenador: Marcelo Méndez.

River (2): Lucas Machado; Nicolás Rodríguez, Gonzalo Viera, Horacio Salaberry, Guzmán Rodríguez, Santiago Pérez (80’ José Neris); Ribair Rodríguez (56’ Sebastián Piriz), Facundo Boné (56’ Adrián Leites), Marcos Montiel; Matías Arezo, Thiago Borbas (80’ Facundo Silvera). Entrenador: Jorge Fossati.

Goles: 4’ Nicolás Rodríguez (RP), 19’ Agustín Davila (L), 43’ Cristian Almeida (L), 53’ Ribair Rodríguez (RP), 62’ Franco Romero (L).