“Inexplicable” es una canción de Jaime Roos. Inexplicable es cómo una vez más el VAR no deja subir un gol de Uruguay al marcador.

Uruguay y Paraguay empataron 0–0 en el estadio Centenario por la clasificatoria mundialista, en un partido que seguramente dejó conformes a los guaraníes por el punto logrado y a los uruguayos, que no pudieron ganar de locales, con una sensación de frustración, según el antiguo paradigma del fútbol de tener que ganar la mayoría de los puntos en casa. Esa cuenta ya no se corresponde con la realidad. Hoy se visitan estadios vacíos, hoy se juega sin gente que empuje con sus voces, con sus corazones, con sus ganas, por lo que es absolutamente diferente a aquella experiencia con la que hemos competido durante décadas.

Lo pudo haber ganado Uruguay, lo buscó, lo intentó, mas no pudo. Un gol más que su rival hizo, pero increíblemente, inexplicablemente, no se lo validaron.

Celestes y guaraníes quedan con siete puntos en cinco partidos jugados, detrás de Brasil, Argentina y Ecuador.

Inexplicable

Mientras me arrimo al estadio, siento una cuestión cuántica inexplicable para un lego como yo. Chocan dos, tres dimensiones y no las puedo conciliar. Hay en mi espíritu una cálida sensación del aura única del estadio cuando juega Uruguay. Ese calorcito interior confortable, parecido al amor, que aun a sabiendas de que estoy forzando demasiado la máquina creo va a pervivir incluso después de las primeras pistas de la nueva normalidad: hay helicópteros, pero no hay bullicio; hay vallas, pero no hay gente; hay milicos cercando con su autoritarismo la ilusión de remedar aquellas noches de miles de nosotros empujando a la celeste.

Parece la serie española La valla. Un amplísimo perímetro rodea el Centenario. Tapabocas, máscaras faciales y comprobantes de PCR son el frágil salvoconducto de unos pocos para, en vano, tratar de remedar aquellas noches inolvidables.

¿Dónde está todo? ¿Dónde está la gente, el bullicio, la tensión y la emoción? Decenas de miles de nosotros nos enfrentamos a una nueva situación, que no es mirar un partido por televisión o establecer la crónica de un partido sin estar en la cancha, sin pasar por los vestuarios, sin arrimarse al alambrado. Son muchas ausencias y necesidades como para que uno afuera se arregle.

Es un afuera ficto, es como mirar programas de cocina sin poder comer, sentir, oler. ¿Y adentro? ¿Acaso adentro lo pueden solucionar? Cómo será volver a casa a jugar aunque no haya nadie, cómo asustará el fantasma de la torre a quienes no saben que están en territorio seguro.

Desde el punto descriptivo de emociones y menciones generales y mensurables en acciones de gol o de peligro, el primer tiempo casi que lo podríamos tachar, pero no lo haremos porque es inevitable no reseñar la inexplicable no validación del gol de Jonathan Cabecita Rodríguez a los 23 minutos de juego. Increíble.

Aglomeración táctica

Creíble, sin embargo, que Uruguay, dada la versatilidad de Martín Cáceres, haya arrancado jugando con tres en el fondo, buscando tener mucho juego por fuera y a su vez evitar la libre circulación por la raya de los paraguayos. Resultó que la primera intención no dio resultado, pero la segunda sí, y de manera espejo, lo que derivó a un nutrido mediocampo de ambos contendientes, sin luces ni evoluciones.

Uruguay tuvo la primera en una pelota que a menos de un metro de la línea de gol le quedó muy encima de su intento de cabeza a Luis Suárez y se fue por arriba. Los paraguayos también tuvieron la suya con una pared por derecha y precioso remate de Villasanti, que terminó en espectacular intervención de Fernando Muslera.

A mano

No hubo más hasta el descanso. En el segundo tiempo cambió mucho la cosa por el tipo de juego que pudo generar Uruguay, que tiene a un titán como Suárez, capaz de desnivelar sólo con su presencia, sus oportunidades y su experiencia, pero además fue mucho más fluido el intento de juego en campo rival.

Seguramente con el ingreso de Lucas Torreira en mediacancha se ordenó mucho más esa zona de juego y la aparición por primera vez en la selección mayor del joven Facundo Torres sorprendió a los guaraníes, que demoraron un rato en ubicarlo y desarmar su juego creativo. Buscó siempre Uruguay, intentó como pudo, y a lo último al VAR no le correspondía arreglar con otro error su error del primer tiempo. Por eso no sancionó penal una mano en el área guaraní.

Esto es largo, esto sigue, y ahora nomás, porque el martes Uruguay enfrentará en Caracas a la selección de Venezuela.

Detalles

Clasificatoria Sudamericana para Catar 2022
Estadio: Centenario
Árbitros: Wilmar Roldán, Alexander Guzmán y Miguel Roldán. 4º árbitro: Carlos Ortega. VAR: Nicolás Gallo, Andrés Rojas (asistente).

Uruguay (0): Fernando Muslera, José maría Giménez, Diego Godín, Martín Cáceres; Giovanni González, Matías Vecino (57’ Lucas Torreira), Rodrigo Bentancur, Federico Valverde, Matías Viña (82’ Brian Rodríguez); Jonathan Rodríguez (65’ Facundo Torres), Luis Suárez. Entrenador: Óscar Tabárez

Paraguay (0): Antony Silva; Robert Rojas, Fabián Balbuena, Gustavo Gómez, Omar Alderete; Mathías Villasanti, Gastón Giménez, Ángel Cardozo Lucena (66’ Richard Sánchez); Óscar Romero (66’ Santiago Arzamendia), Ángel Romero (79’ Antonio Bareiro), Miguel Almirón (89’ Gabriel Avalos). Entrenador: Eduardo Berizzo.