Déborah Rodríguez consiguió este viernes, en la mañana japonesa, uno de los más grandes logros de su carrera deportiva, al acceder a las semifinales de los Juegos Olímpicos y posicionarse entre las 24 mejores atletas de los 800 metros.

Visiblemente emocionada tras este excelente rendimiento, la uruguaya habló al salir de la pista.

“Estoy re feliz. Luché hasta el final. Dije: voy a dejar la vida si es necesario en esta carrera, y fue lo que hice”, contó sobre la quinta serie, en la que terminó en segundo lugar para ganarse la clasificación.

“Estoy muy agradecida con todos los que estuvieron conmigo, los que me apoyaron y confiaron en mí. Sobre todo con mi entrenador, que me ha visto pasar un momento muy difícil y nunca me soltó la mano; eso es lo más importante”, resaltó la atleta. Su entrenador, desde que ella volvió de Estados Unidos en 2020, es Martín Mañana, quien también entrenó a los maratonistas olímpicos en 2016, Martín y Nicolás Cuestas.

“A veces, cuando uno pasa momentos difíciles, momentos que es una racha tras otra de dificultades, pierde un poco la confianza y la seguridad. Mi entrenador me ha ayudado muchísimo en este proceso, mi psicólogo también. Hacemos un equipo muy lindo y sobre todo trabajamos la parte emocional, que para mí fue lo más desafiante”, explicó sobre el último año, en el que ha afrontado los cambios propios de un ciclo olímpico extenso por la pandemia, en el que no pudo terminar su preparación viviendo en el extranjero como pretendía.

“Uno además de ser atleta es un ser humano, tiene millones de situaciones buenas y malas, y él supo estar conmigo en todo momento”, destacó la corredora sobre el apoyo recibido de Mañana. “Agradezco a mi familia también, que es lo más”, dijo en el cierre la semifinalista celeste.