El deporte, su ejercicio, su práctica, su desarrollo lúdico debería ser para todos. Esa necesidad, que conforme avanza la humanidad parece ir encontrando sus espacios, tiene en el club Larrañaga de Montevideo un lugar donde juegan al básquetbol personas con síndrome de Down, con trastorno del espectro autista y con discapacidades.
En el Club Social Larrañaga están construyendo baños adaptados, porque allí funciona el equipo Larra Plateado desde hace cuatro años.
La idea surgió por un grupo de voluntarios que habían visto básquetbol adaptado en otros clubes y a partir de ahí generaron un vínculo con el Centro Manos Unidas, la Asociación Down del Uruguay (ADU) y otros allegados al club que decidieron involucrarse en este equipo.
Eugenia Pérez es una de las ayudantes que trabajan en el Larra desde el año pasado. Su padre y su hermano –que juega en uno de los equipos de Larrañaga junto a sus primos– son colaboradores y un fin de semana tuvo que suplirlos; sucedió que se enamoró de la actividad y nunca más se apartó. Además, le interesa además porque tiene una prima con síndrome de Down.
Su rol es ayudar a seguir la práctica y estar pendiente de los que necesiten orientación, pero también va porque lo disfruta. “Ellos nos dan a nosotros mucho más que nosotros a ellos”, considera.
Quienes llevan adelante esta actividad son el entrenador y los colaboradores, además de otras personas que se van acercando, fin de semana tras fin de semana, para dar apoyo a los jugadores que necesitan atención puntual. Actualmente están trabajando en la redacción de un proyecto formal para articularlo dentro del club y así lograr mayor difusión, con el objetivo de autosustentarse, porque solamente cuentan con algunos patrocinadores.
Además de los materiales, la necesidad principal es la capacitación. Necesitan participar en instancias como las que organiza el Instituto Superior de Educación Física, que propone cursos de formación permanente orientados en esta temática para los licenciados, para que el club sea referencia para el deporte adaptado. Para generar ingresos están llevando adelante una campaña para sumar más socios a cambio de una camiseta: lo recaudado se destinará para hacer crecer el Larra Plateado.
Disfrute necesario
Ramiro Mazzulla, el entrenador, se interesó al ver las prácticas de esta categoría en Defensor Sporting. Considera que lo deportivo es fundamental para personas con discapacidad, su principal objetivo es que la práctica vaya evolucionando; para eso, de a poco va sumándoles a los jugadores desafíos que los hagan desarrollar habilidades, en un contexto de comodidad. “Desde pequeñas cosas, por ejemplo, Diego, uno de los integrantes, empezó con miedo e inseguridad, le pasabas la pelota y no respondía. Hoy ya corre, ya está integrado al equipo. Yo como entrenador tengo que darles importancia a esas cuestiones deportivas; si bien vienen a divertirse, eso también suma para que se sientan parte”, explicó a Garra.
Pero más allá de las exigencias en lo deportivo, la meta principal del Larra Plateado es la integración. “Lo fundamental es que ellos mismos vayan notando los cambios, no sólo que aprendan a picar la pelota, sino que se desarrollen en su conjunto, desde correr hasta lograr destrezas que les sumen, y que se sientan cómodos en el equipo, porque es su lugar de pertenencia”, agregó.
A excepción de algunos clubes que cuentan con conjuntos con estas características, no hay espacios como este a nivel social, por lo que desde el Larra también trabajan en darle un mensaje a la sociedad para que se generen más instancias como esta. “Son fundamentales y enriquecedores; nosotros empezamos con mucha incertidumbres y dudas y ahora tenemos esta actividad, que es una más del club y que ellos disfrutan muchísimo, pero también nosotros aprendemos todo el tiempo, tratando de dar lo mejor desde los pequeños detalles. El disfrute es mutuo”, sostuvo Mazulla.
A su vez, la actividad no sólo beneficia a los participantes –tanto por el sentido de pertenencia como por el bienestar físico–, sino que también enriquece al resto de los socios del club, “porque ayuda a comprender y cambiar un poco el chip, el paradigma” finalizó.
Hoy en día el plantel está conformado por 30 jugadores aproximadamente. Durante un tiempo estuvieron compitiendo en una liga de básquetbol adaptado en la que participaron junto a Defensor y Capurro, pero en este momento el objetivo es otro. Consideraron que no estaban preparados para jugar esa liga porque, si bien era lúdica, los objetivos del Larra iban por otro lado, pero no descartan sumarse a alguna competencia en un futuro.
El abrazo
Por la pandemia estuvieron un tiempo sin jugar. A la vuelta manifestaron la falta que les hizo la actividad durante ese tiempo. “Estaban muy ansiosos por volver, lo necesitaban, no sólo para la salud, porque ellos tienen tendencia a la obesidad y cardiopatías, sino porque no tienen otras instancias de relacionamiento”, explicó Eugenia Pérez.
“Necesitan abrazar y estar juntos como cualquier persona. Se sienten parte porque en la sociedad están excluidos de muchas actividades, pero acá vienen, son todos iguales y son tratados de la misma manera, eso les suma muchísimo” agregó.
A su vez, el espacio es esencial para la familia de los jugadores, porque una persona con discapacidad intelectual no genera la misma cantidad de ingresos y tiene una gran dependencia de los padres o responsables por muchísimos años, quienes asumen costos de especialistas, profesores y demás, ya que necesitan mayores cuidados, y sus cuidadores encuentran un tiempo de descanso cuando están en el Larra. A los padres se los puede ver charlando, integrados y disfrutando de un momento para ellos. El club Larrañaga también pensó en ellos y desde este mes están ofreciendo clases de gimnasia gratuitas para los padres, en el mismo horario en que funciona el equipo plateado.
Un lugar para todos
El aporte es mutuo. Mazulla siente que no ha encontrado en otros rubros de la actividad basquetbolera la satisfacción que le da ser el entrenador del Larra Plateado, por muchas razones. “Primero, porque ellos lo necesitan y se sienten tan contentos al practicar... Uno a veces se enoja por algo, o mismo los jugadores de los otros equipos, si no hacen un gol, se frustran; ellos reflejan todo lo contrario, sólo tirar ya los pone felices, y lo transmiten. Entonces yo me voy contento, lleno. Ellos me enseñan a mí, porque saben disfrutar sin prejuicios ninguno, sólo dan amor; nosotros deberíamos aprender más de ellos”.
En el caso de la colaboradora, su participación en este equipo la ayudó a definir su vocación. “Estudio derecho, no sabía con qué vincularlo, y ahora quiero hacer algo vinculado a la igualdad: que los espacios se adapten a todos y que seamos tratados iguales. Aprenden, todo el tiempo se ríen, te abrazan, te hacen cosquillas, son felices y lo transmiten”, dijo.
Larrañaga es un club inclusivo que abre las puertas a todo el mundo, sólo se necesita presentar un carnet de salud y ya se puede formar parte. Pero desde el Larra piensan que todavía falta mucho trabajo para mejorar a nivel social, porque no hay espacios de disfrute para ellos, sea desde el deporte o no.
Estas carencias quizás radican en que la sociedad está más acostumbrada a adaptar a gente con discapacidad motriz, ciega o con silla de ruedas, por ejemplo. “Hay rampas en todos lados, pero no están tan acostumbrados a tratar con la discapacidad intelectual, terminan como apartados, y hay que lograr que no sea moda, que realmente haya inclusión. No queremos transmitir la lástima, como sociedad hemos avanzado mucho, pero falta cambiar el paradigma. Nosotros tratamos de dar ese mensaje de que falta cambiar mucho pensamiento”, dijeron desde el club.