Con 26 años y una altura de 1,86, Washington Ortega es el golero que acumuló más minutos sin recibir goles en la historia del primer club de fútbol uruguayo, en una temporada en la que el club pionero sueña con el ascenso a la Primera División Profesional.

El fútbol lo lleva en la sangre desde que nació, y no había nada que considerara mejor que recibir una pelota como obsequio, porque era la llave para salir a jugar con sus amigos a la calle, en Tranqueras, donde nació.

En Rivera forjó su sueño de ser futbolista, y cuando de muy pequeño se fue a vivir con su familia a Montevideo, vistió su primera camiseta, la de Nueva Estrella.

Luego volvió a su pueblo, donde jugó en la única escuela que había: Escuelita de Trapo. Entonces se formó jugando en campeonatos barriales, de esos en los que se aprende más que en ningún otro torneo: los de la calle, los del barrio, los de los amigos.

Al regresar a la capital nuevamente, estuvo en Danubio, Canadian y Sudamérica hasta llegar a Albion, cuyo arco defiende desde 2018.

¿Por qué el fútbol?

Siempre me gustó, además, mi padre me incentivó a que sea jugador. Me ayudó mucho, porque notó que me hacía felíz que me regalaran una pelota y que todo el tiempo quería jugar al fútbol con amigos.

¿Cuál fue tu primer equipo formal?

A Montevideo vine por primera vez a mis 14 años, cuándo me trajo un representante, que no cumplió con lo que me prometió, y entonces me volví a Tranqueras. Jugué un año en Tacuarembó Fútbol Club en juveniles y luego me volví a la capital para jugar en Danubio, con 16 años.

¿Qué hay en tu vida además del fútbol?

Estudio Química Industrial. Lo hago porque me gusta y para tener algo para el día después de que me retire en el fútbol. Soy de las personas que piensan que hay que aprender un poco de todo, por lo que he hecho todos los cursos que pueda hacer.

Foto del artículo 'Con Washington Ortega, el golero que pasó más minutos sin recibir goles en la historia de Albion'

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo es un día cualquiera de Washi Ortega?

Entreno toda la mañana hasta el mediodía, apenas termino voy a un gimnasio. Luego a casa, en lo posible duermo siesta y a las 18.30 entro a clase, hasta las 23.00. Algunos días que no tengo clase, entreno a arqueros de un colegio.

¿Cuál es tu principal objetivo con este deporte?

Trabajo con la idea de seguir creciendo día a día y poder triunfar en esto del fútbol. El sueño más grande que tengo es poder jugar en la selección uruguaya: defender la bandera de mi país y vestir la celeste sería lo mejor que me podría pasar.

¿Tu ídolo o referente?

Mi ídolo siempre fue Iker Casillas, pero me gusta mirar a todos los arqueros. Trato de aprender de los demás y sacar las cosas buenas de cada uno.

¿Cómo te relacionás con el equipo dentro de la cancha?

Lo que más busco es poder darle tranquilidad a mi equipo, para eso los corrijo constantemente, ayudándolos en los posicionamientos y en las marcas, para tenerlos siempre despiertos y concentrados, de esa forma nos manejamos mejor en conjunto.

580 minutos invicto. Washington Ortega batió el récord de más tiempo de juego seguido sin recibir goles en la historia de Albion. Le marcaron frente a Central Español, en la quinta fecha. Luego pasó seis partidos sin que su valla fuese vulnerada, hasta el encuentro frente a Cerro.

¿Siempre fuiste arquero?

Comencé jugando de delantero, pero cuando faltaba golero me ofrecía y mis compañeros me decían que jugaba muy bien, por lo que me quedé en el arco.

¿En qué pensás cuando te patean un penal?

Trato de mentalizarme de que lo voy a atajar, y de adivinar qué puede llegar a hacer el jugador, pero lo principal es mentalizarme de que lo voy a atajar.

¿Tres aptitudes que consideres necesarias para ser golero?

Hay muchas cosas, pero por decir tres: personalidad, concentración y confianza. En esas aptitudes se trabaja y se transmite a los compañeros de guantes, Marlon González y Gustavo Vargas.

¿Cómo están como equipo?

Estamos muy bien, tenemos un equipo unido porque estamos tirando todos hacia un mismo lado. Siempre con los pies sobre la tierra, pero la posición en la que estamos nos invita a soñar, y esperemos podamos cumplir ese gran objetivo que tenemos todos de ascender a la primera división, hemos trabajado mucho para eso.

Con la bandera de Tranqueras

Con la bandera de Tranqueras

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo te sentís vos vistiendo la de Albion?

Me siento muy bien, conozco por completo al club y espero lograr algo para dejar mi nombre en esta institución, después de haber pasado momentos muy complicados.

Se podría decir que estás en tu mejor momento hasta ahora, ¿cómo lo vivís?

Disfruto muchísimo de estar dentro de la cancha, hacer una atajada, se te eriza la piel cuando sacas una pelota y escuchas el grito de la gente, es hermoso. Trabajo para minimizar los errores, esa es la clave. Cuantos menos cometas, mejor arquero serás. Busco darle tranquilidad a mi equipo, es algo en lo que he trabajado mucho, he cometido errores en centros y lo trabajé, y hoy me siento muy bien, es un punto alto que tengo. Lo vengo haciendo desde hace muchos años, y hoy se va viendo el fruto del esfuerzo y la dedicación y el trabajar día a día para esto.

Los imbatibles

En el arco del fútbol institucionalizado a través de la Asociación Uruguaya de Fútbol, el récord de imbatibilidad lo tiene Hugo Carballo, que atajando para La Luz cuando el equipo de Aires Puros estaba en la C, acumuló un total de 1.129 minutos de imbatibilidad, lo máximo alcanzado en cualquier divisional del fútbol uruguayo en 1992. Como fue en categoría amateur, la llamada C en esos años, el récord en el profesionalismo lo ostenta, desde 1968, Ladislao Mazurkiewicz, que logró el récord en la primera división profesional en Peñarol, con un total de 987 minutos sin recibir goles. Toda una rueda y un partido estuvo Chiquito sin recibir goles, para quedarse con un récord que había impuesto 55 años atrás, en 1933, Eduardo García con 923 minutos de arco cerrado. Fue en el partido con River Plate de aquel año que todo el mundo fue a ver si lograba superar aquella marca, algo que hizo y estiró, por 64 minutos más. Quien más cerca ha estado de llegar a esa marca fue Gustavo Munúa cuando atajaba en Nacional, ya que llegó a 962 minutos invicto en 2003, hasta que en el primer tiempo del clásico en el que podía superar la marca fue vencido de penal. En 1998 el arquero riverense Álvaro Núñez llegó al último partido del campeonato con la posibilidad de alcanzar a Mazurkiewicz, además del título de campeón con Rentistas, pero Julio de Souza, jugando para Danubio, acabó con sus 947 minutos sin recibir goles en el partido en que los rojos perdieron todo: el campeonato y el invicto.

La tarea del arquero consiste en apagar la fiesta del fútbol, impedir que se hagan goles. Cuando eso sucede, por el lado contrario se maldice, pero por el proprio se celebra. La mayoría de las veces, no se reconoce lo valioso de su labor, porque una tapada no acarrea tanto alardeo como una pelota clavada en el ángulo. Pero hay contenciones que valen mucho más que un gol, tapadas monumentales como lo fue la atajada doble de Fernando Muslera a Carlos Tévez y Gonzalo Huiguaín, en la Copa América de 2011 de Argentina, contra el propio anfitrión, en Santa Fe.

Esas tapadas valen mucho más que un gol, sobre todo si te permiten ir por el camino de un sueño colectivo, que se construye poco a poco, desde cada posición, partido a partido, once contra once. Albion quiere ser de primera y su guardameta lo tiene claro.

“También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es uno solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento” (Eduardo Galeano).