“Algunas personas usan su cuerpo como si fuera una bolsa de plástico desechable. Otros llevan su cuerpo como si se tratara de un jarrón chino de la dinastía Ming. Algunas personas no son consideradas ciudadanas porque sus piernas no pueden caminar. Algunas personas viven para transformar su cuerpo en el de Pamela Anderson. Otras viven para conseguir el cuerpo de Jean-Claude van Damme. Y otras tienen dos chihuahuas a los que llaman Pamela y Jean-Claude. Algunas personas llevan su cuerpo como si fuera un grueso abrigo de piel. Otras lo llevan como si fuera una combinación transparente. Algunas personas se visten para estar desnudas y otras se desnudan para permanecer vestidas...”. Paul B Preciado - Un apartamento en Urano

¿Qué estamos haciendo para que las herramientas que tenemos colaboren a la comprensión pública de las desigualdades? ¿Y desde el deporte?

En poco tiempo, la colectiva cambió. La perspectiva de la colectiva mutó. El lugar desde donde miramos y nos aproximamos a los hechos, situaciones, personas.

Conectadas por el Deporte surgió entre mujeres que nos relacionamos desde distintas disciplinas y ámbitos con el deporte, con la inquietud de visibilizar asuntos que nos interesan y la necesidad de construir nuevas formas de ser y vivir en este ámbito. Nos encontramos desde la lucha, desde la acción y las ganas de crear nuevos espacios y políticas de igualdad en el deporte. En este sentido, nos vimos y nos reconocimos como mujeres, y también como disidencias. Disidencias de aquellas asignaciones heteronormativas arbitrarias de cómo ser, de cómo actuar y de cómo sentir.

En esa construcción de un nosotres, de sujetas/es, es que revisamos nuestra forma de nombrarnos y repensamos los símbolos que nos identifican. ¿Dónde están y qué lugar ocupan las distintas cuerpas en el deporte uruguayo? ¿Y en qué narrativas se cuentan? ¿Qué forma de despatriarcalización estamos asumiendo?

Esa imagen que utilizamos al inicio, de cuerpo estilizado, delgado, esbelto, normalizado de una deportista corriendo, no nos representa a todes. Fue necesario superar el estereotipo, integrándonos en nuevas miradas posibles y nuevas formas de encontrarnos. Plasmar nuestras formas de ser y autopercibirnos en las imágenes y palabras que elegimos. El binarismo nos limita y nos estanca en una dimensión lineal, sin posibilidad de abrazar-nos en múltiples direcciones, no necesariamente opuestas. En tiempos de fronteras y exclusiones, tenemos el firme propósito de declarar que luchar por la igualdad implica eso: abrazarnos en nuestras mil y una formas de devenir personas amantes del deporte con el efecto y la intención de erosionar la imposición de una “Historia única” (Ngozi Adichie, 2018). Abrazar la incomodidad de reconocer nuestras cuerpas reales, las que habitamos, las que nos hacen atravesar las experiencias y desde donde nos comunicamos con otres. Interpelar a aquellas entidades deportivas internacionales que constantemente hablan por nosotres y por el deporte como si fuera algo que no nos perteneciera a todes.

El deporte es un espacio para la creación. Motivo para relacionarnos con les demás, un tiempo lúdico de encuentro para muches y un espacio de competencia o trabajo para otres. ¿Cuántas veces hemos escuchado la expresión “Estas son cosas de tal deporte”, con la sensación de estar siendo testigos de una conducta o una acción que no contribuye a desarmar las máximas que ocultan o intentan minimizar hechos de violencia, discriminatorios, sexistas, racistas, homofóbicos, clasistas?

Para desarmar algunas lógicas instaladas en los comportamientos y en los discursos, necesitamos pensarlas, hacerlas visibles y redefinirlas.

Moyi Schwartzer propone en su libro Que otros jueguen lo normal. Archivos de militancias y deporte desde una perspectiva transmasculina: “[...] Se trata de habilitar la mixtu­ra, de animarnos a ella y dar el puntapié para pensar en una nueva ética deportiva, una que ponga en la cancha la idea de que si no juegan tods ls del equipo no hay trofeo que valga, que no vale ser l* más rápid* si no podemos abrazar­nos al final del partido. La fuerza feminista, el poder colec­tivo, la autogestión de nuestros deseos, nos han permitido señalarle al patriarcado que las mujeres futbolistas ganan menos (mucho menos) que los futbolistas varones, y ahí vamos, queriendo derribar la ley de la desigualdad salarial. ¿Será que podemos también derribar la ley que dice que los equipos los conforman futbolistas hombres y/o muje­res cis?”.

¿Seremos capaces de crear espacios y competencias deportivas que no tengan en cuenta las restricciones de las categorías binarias como principio organizador del juego y sus relatos? ¿Seremos capaces de reescribir la historia del deporte como un espacio de desarrollo equitativo para todes, en cada deporte, y más allá del sistema por el que la vida de jóvenes del tercer mundo es comprada para alimentar la industria de entretenimiento de los países ricos?

El nuevo logo de Conectadxs por el Deporte nos marcó un cambio de perspectiva; reconociendo en la “x” una herramienta gramatical para tomar distancia de posiciones esencialistas de vivir el género. Imaginamos nuevos horizontes, porque podemos hablarlos. Desde aquí les invitamos a sumarse, a dialogar, a pensar y accionar desde los distintos espacios y deportes que amamos, juntes. No ya sin sabernos, sin entender las complejidades, las necesidades y los deseos. Tampoco sin nosotres. Con el objetivo de generar un espacio seguro e inclusivo en el que transitar experiencias que nos potencien. De construcción colectiva, apuesta al crecimiento, al cuidado, a la representación y nuevas formas de ser. El deporte es derecho, un bien popular, un lugar de encuentro. Es nuestro y aquí estamos.

Conectadxs por el deporte.