Cuando la tensión era máxima, cuando los corazones explotaban porque el partido terminaba y podía pasar cualquier cosa, apareció el Pelo. Qué crack Andrés Berrueta. La consiguió, la llevó y con lo último de ese corpachón gastado y usado la empujó a las redes, como hace 13 años cuando Lavalleja, con su gol, fue campeón del Interior ante Artigas. Esta vez aún no fue campeón, pero con ese gol, con el que Lavalleja terminó ganando 1-0 en el Casto Martínez Laguarda ante San José, los serranos se aseguraron que la semana que viene, cuando termine el partido, o serán campeones -si ganan o empatan- o lo peor que les puede pasar es ir a un alargue en forma de tercer partido si los maragatos logran ganar por el marcador que sea. Qué fiesta. Qué maravilla.

Como todo el mundo

Decí que es una final del mundo. Bueno, estoy exagerando, sí. Un poco, pero ni tanto. Para miles de nosotros, a escala, esta es una final del mundo. El razonamiento es simple, y puedo tener más poder de convicción que muchos. Ponele que somos un palo y medio en Montevideo, y un palo y medio en el resto del país. En todo el territorio nacional, la Organización del Fútbol del Interior tiene casi 700 clubes afiliados. Veamos, a 30 futbolistas por generación, exagerando redondeamos 100 futbolistas institucionalizados simultáneamente en cada club, entonces tendríamos cerca de 70.000 jugadores en el momento en que arranca el campeonato. No, claro que no lo juegan todos, apenas son seleccionados 40 o 50 por liga, pero si promediamos tres generaciones de fuertes seguidores, porque son los 50.000 que jugaron hace 20 años, o los 30.000 que se rasparon las rodillas hace cuatro décadas, llegaríamos a no menos de 200.000 personas que saben, que sienten, que vibran con esta, nuestra Copa del Mundo.

Claro que esos 200.000 tienen hogar, tienen familia, tienen amigos, tienen enemigos, tienen compañeros, tienen vecinos y tienen rivales. Al fin y al cabo, estamos hablando de medio país, que vibra, siente, sufre, goza, se frustra, y cree en su camiseta. Cuando empieza la Copa Nacional de Selecciones hay sólo lugar para los sueños y las esperanzas de cientos de miles.

Cuando llega el final son unas pocas decenas de miles a los que el corazón les late de otra manera, los que están esperando ese día, esa tarde, esa noche con la emoción que sólo dan los grandes momentos de la vida.

¿Ustedes saben lo que es todo un pueblo esperando por que llegue el momento de una final? Claro que lo saben. Desde hace más de 100 años nuestra nación y su entramado social se ha reforzado en las más gloriosas emociones que nos ha dado el fútbol.

El día amanece distinto, y la espera es sólo para que llegue la hora de ir al estadio, caminando manso por el pueblo mientras te abraza el sol y los pasos se matizan con cebadas de mate, con risotadas, con recuerdos.

El ambiente es único, es especial e irrepetible. San José y Lavalleja han llegado al final de un largo camino que ya está jalonado de recompensas. San José fue campeón del Sur, y después se sacó de encima a Maldonado y Canelones. Lavalleja fue campeón del Este, y después eliminó a Tacuarembó y a Florida.

Son equipos de jerarquía, de clase, y si antes de que comenzara todo cada quien se hubiese desprovisto de emociones, gustos y camisetas, seguro que muchísimos hubiésemos llegado a la conclusión de que San José y Lavalleja estarían entre los que llegarían lejos.

La vida, el sol, las sombras

Las tribunas explotan. La gente está de fiesta. Los deportistas también. Es su día y lo saben. Cuando el sol ilumina la vida de los que estamos en el Casto Martínez Laguarda, el plantel completo de los jugadores de San José desenrolla una pancarta que con angustia se pregunta “¿Dónde están?”, en referencia a la lucha por conocer el paradero de los detenidos desaparecidos en la dictadura, hace ya tristemente más de 40 años.

Como en una clase de tango, o de zumba, Portillo hizo dos pasitos para un lado, dos pasitos para el otro, vamos otra vez, dos pasitos para acá, dos pasitos para allá, y cuando los serranos ya habían perdido el paso y el compás, sacó un dedazo que se fue apenas afuera, mientras miles de josefinos estiraban sus ayes (ay ay ay) multiplicándolos por miles en la tribuna principal. Todos domingueados, como si hubiesen quedado para encontrarse en el club, los maragatos y maragatas colman la tribuna principal del viejo Martínez Laguarda.

Enfrente son cientos los que han llegado desde las sierras, recorriendo esos 160 kilómetros de ilusión en excursiones y autos particulares con sus banderas y globos tricolores.

¡Dale, papá!

Aquí no hay megafonías exageradas, ni cantos de barras. Hay gritos arcaicos y en pretendida defensa del pueblo. “¡Andate, burro! ¡Sos un perro, 14!”. También las gurisas, las señoritas de antaño, ensayan sus exclamaciones de sopranos de la cancha. “¡Ojo, 9! ¡Qué pegás, salame!”. Hay mucho público joven. Lleno de muchachas y muchachos que seguro al otro día estarán en el liceo.

La primera llegada aguda y peligrosa de Lavalleja fue una trepidante internada de Germán Fernández por izquierda, que quedó de cara a Gonzalo Ruiz y su pelota se fue afuera. Un minuto después fue el joven Espinoza quien pisó el área chica y definió por encima del travesaño josefino.

En los primeros 15 la cosa fue de los locales; de los 20 en adelante el trabajadísimo equipo serrano empezó a desarrollar su juego ordenado desde Carlitos Corbo para adelante, y en base a velocidad ocupando los espacios laterales empezó a incomodar a los locales. El crack de Nicolás Rebollo, porque en nuestros pueblos un zaguero también es crack, salvó dos veces consecutivas su valla cuando parecía inminente la llegada del gol lavallejino.

“¡Dale, Diegooooo, que se puede!”, grita una voz aflautada desde la tribuna principal. Es para el canario Diego Torres, que acaba de rematar una jugada en la que Portillo primero y el Chumbo Hernández después generaron extremo peligro para el arco de Gastón Hernández. Había cambiado la flecha de sentido y ahora el peligro de gol era sobre el arco del carolino que defiende a Lavalleja.

Nada suave ni sedoso

Divino arranque del segundo tiempo con ataques de un lado y del otro y los goleros a los revolcones. Gerardo Cano reforzó su línea atacante al sumar al Tanque Pablo Andrich. Cabrera mantuvo su oncena de contenido muy ofensivo, en la que sólo tuvo un rol exclusivo de contención Daniel Martínez. Al influjo del juego de Hernández, que jugó un partidazo con sus pases clarificados, y la gambeta pícara de Mauro Portillo, se sumaban Diego Torres, Pedro Vico, Navia y Germán Alayón.

También Lavalleja dio el tono de equipo que quiere todo cuando sumó al histórico Andrés Pelo Berrueta, junto con Marcelo Martínez, Germán Fernández y Andrich. Para completar a los mejores delanteros, Gustavo Cabrera colocó en el local a Santiago Gaspari y al gran goleador Pablo Cabrera.

Como si fuera el tronar de una locomotora, la tribuna empezó a bufar empujando a los locales. El final del partido era todo maragato, las ganas, el juego, los ataques y las jugadas de gol, como aquella que, armada por Cabrera y Hernández, terminó en terrible zapatazo de Daniel Martínez que sacó al córner en enorme vuelo Gastón Hernández.

Pero apareció el Pelo. ¿Que no saben quién es el Pelo? Andrés Berrueta, el crack, el eterno campeón, el gran goleador. El reloj dice que estamos llegando al tiempo estipulado. El veterano goleador se filtra en el área, parece que va a sucumbir, pero de puntín le pega y manda la pelota a las redes. Es el acabose, porque entre festejos y protestas aparecen la tarjeta roja para el goleador y un remolino terrible que envuelve al árbitro Sotelo.

1-0 y pelota al medio. Luego es expulsado también el técnico Gerardo Cano, y tras un tiempo de interrupción por la alta tensión, San José buscó desesperadamente un empate que no llegó. Una maravilla de final. Una final del mundo.

La semana que viene, en el Juan Antonio Lavalleja, en el teatro de las sierras, se definirá todo. Los invitamos a estar allí; al fin y al cabo, Minas queda mucho más cerca que Catar.

Detalles

Copa Nacional de Selecciones 2022 – Final ida
Estadio: Casto Martínez Laguarda, San José
Árbitros: Carlos Sotelo, Marcos Hernández y Hugo Viera (Maldonado)

San José (0): Gonzalo Ruiz; Maximiliano Britos, Nicolás Rebollo, Juan Cancela, Germán Alayón; Eduardo Hernández, Daniel Martínez, Leandro Navia, Diego Torres (68′ Pablo Cabrera), Pedro Vico (58′ Santiago Gaspari) y Mauro Portillo (75′ Alejandro Gil). Entrenador: Gustavo Cabrera.

Lavalleja (1): Gastón Hernández, Santiago Genta (72′ Laureano Pérez), Mauricio Capricho, Gregorio Almeida, Germán Fernández (90′ Joaquín Cifuentes), Carlos Corbo (90′ Gabriel Chaine), Jonathan Pérez, Braian Vergara (46′ Pablo Andrich), Facundo Salvarrey, Lucas Espinosa (62′ Andrés Berrueta) y Marcelo Martínez. Entrenador: Gerardo Cano.

Gol: 89’ Andrés Berrueta (L)
Expulsados: 90’ Andrés Berrueta (L), Gerardo Cano (DT) (L).