El Mundial de Catar genera un dejo de incomodidad que nadie se ha podido quitar de la boca. La elección fue incómoda, o, más bien, explicar la decisión hizo poner incómodos a varios. Fue la primera vez en la historia que se adjudicó un mundial con tanta anticipación: en 2010 se eligieron las sedes de dos mundiales al mismo tiempo, el de Rusia y el de Catar.

Pero las explicaciones incómodas no hacían más que empezar. ¿Catar tiene la infraestructura para semejante evento? En 2010 no la tenían, pero prometieron tenerla para 2022. ¿En julio no es verano en esa zona del mundo? Jugar un mundial al rayo del sol en el desierto no quedaba muy bien visto, así que la fecha elegida fue el noviembre invernal catarí. Es justo decir que los mundiales en julio son un invento europeo y que cada vez que la sede es al sur se juega en invierno.

Por otro lado, una cosa es paralizar el fútbol doméstico en julio, y otra muy distinta, a mediados de noviembre. Fue necesario ordenar cronogramas; los clubes europeos patalearon y en consecuencia los entrenadores de selecciones tendrán a los jugadores muy poco tiempo antes de la cita mundialista. La orden es que se debe liberar a los futbolistas, como máximo, el 14 de noviembre. Uruguay debutará el 24 de ese mes frente a Corea del Sur y, mientras la dirigencia de selecciones trata de resolver el lugar de estadía en el país anfitrión, surgió una propuesta desde Israel para recibir a Uruguay esos días, antes de viajar a Catar.

Catadores de alojamientos

Israel y Catar no tienen relaciones diplomáticas, pero ya nos ocuparemos de eso. Sport 890 fue quien dio la noticia sobre la propuesta. Jorge Casales, miembro del Consejo Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), la presentó como una “posibilidad bastante cercana”. Sobre los pormenores explicó que les llegó un ofrecimiento por un intermediario, que era una “oferta importante no sólo desde el punto de vista económico, sino deportivo”, que incluye lugar para concentrar, para entrenar y la posibilidad de jugar un amistoso frente a la selección de Israel. Aunque Casales también aclaraba: “Tiene que encuadrar dentro de la planificación del cuerpo técnico”.

El entrenador Diego Alonso se refirió a esta propuesta tras una pregunta en una conferencia de prensa. Lo único claro es que la selección no estará en Uruguay, por eso el partido de despedida con el público uruguayo será en junio contra Jamaica. Alonso explicó: “Tenemos diferentes estrategias y escenarios, que dependen de algunas situaciones; todavía no tenemos definido dónde nos vamos a quedar en Catar. Una vez definido eso, tenemos varios escenarios: si vamos directo, si vamos a un lugar previo, si vamos a un lugar y jugar allí un partido”.

Al día de hoy, Uruguay está haciendo gestiones ante la FIFA para poder quedarse durante el Mundial en Al Shakab, un centro ecuestre. No es una de las sedes previamente seleccionadas por la FIFA, por lo que para que el centro pueda ser elegido deberá hacer algunas modificaciones, principalmente en el acondicionamiento de un terreno para entrenar. Si las gestiones no prosperan, las preferencias de Uruguay están puestas en un hotel que estará abierto al público y que no tiene instalaciones deportivas. Situaciones incómodas a resolver.

La pregunta entonces es: ¿dónde se encontrarán jugadores y cuerpo técnico el 14 de noviembre? En este punto es que surge la propuesta desde Israel. No sería novedoso ver a la selección uruguaya un noviembre en suelo israelí: en 2019 jugó un amistoso frente a Argentina en Tel Aviv (2-2). Al ser consultadas, fuentes de la AUF aseguraron que la oferta actual no es de los mismos empresarios que en su momento organizaron aquel amistoso.

Está el componente deportivo y también el organizacional. Pero esto es Oriente Medio y las señales importan en una zona del mundo con frágiles equilibrios diplomáticos.

Vínculos problemáticos

Las relaciones entre Israel y sus vecinos son difíciles. Las relación del mundo árabe con el Estado de Israel es compleja y en algunos casos conflictiva. Vamos a contarlo con fútbol.

El Estado de Israel nació en 1948, luego de que expirara el Mandato Británico de Palestina. Y si había británicos, había fútbol. La Asociación de Fútbol de Israel fue fundada en agosto de 1928 y aceptada por la FIFA el 6 de junio de 1929 como la Asociación de Fútbol de Palestina. Compitió con ese nombre en dos eliminatorias, para los mundiales de 1934 y 1938, en las que enfrentó a selecciones europeas y los jugadores eran exclusivamente de origen judío.

La eliminatoria para el Mundial de 1954 encontró a Israel de nuevo compitiendo en Europa, pero Israel quedó en Asia y como tal se asoció a la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) ese mismo año. Con el conflicto árabe-israelí de fondo, que implicaba frentes abiertos con varios de sus vecinos, la situación se trasladó a la cancha.

La eliminatoria para Suecia 1958 tuvo la guerra del Sinaí (1956) como contexto. Israel debía jugar en primera ronda contra Turquía, que también jugaba en Asia por aquellos años. A pesar de haber sido el primer estado musulmán no árabe en reconocer al Estado de Israel, Turquía se negó a enfrentar a la selección israelí.

En la segunda fase se retiró Indonesia (país de mayoría musulmana), que solicitó jugar en terreno neutral y la FIFA se lo negó. Del otro lado del cuadro, Egipto (país con el que se enfrentó Israel en la Guerra del Sinaí) debía enfrentar a Sudán, y se bajó de la contienda ante la posibilidad de ganar y cruzarse con Israel. Sudán, clasificado a la siguiente fase, también decidió renunciar. Israel estaba en el Mundial, pero la FIFA salió al cruce estableciendo que ningún país podía clasificarse a un mundial sin haber disputado por lo menos un partido. Por eso Israel jugó un inventado repechaje con Gales, partido que perdió.

En 1964 Israel organizó una Copa Asia y las selecciones árabes se negaron a jugarla. Los locales fueron campeones en un torneo que reunió a India, Corea del Sur y Hong Kong. El periplo asiático de Israel terminaría en la década de 1970. Luego de la guerra de Yom Kipur o Guerra de Ramadán, en 1973, Kuwait presentó una moción para que Israel fuera expulsado de la confederación asiática y esta fue aceptada. Desde entonces la selección israelí jugó algunas eliminatorias en Oceanía, otras en Europa e incluso participó en un Sudamericano sub 20 de la Conmebol que era clasificatorio para el mundial de la categoría. Finalmente, en 1991 fue aceptado como miembro de la UEFA.

Unos años después de su ingreso en la UEFA, se firmó el tratado Wadi Araba, con el que finalizó el estado de guerra entre Israel y Jordania. Era 1994 y las relaciones entre los países árabes e Israel cambiaban de época. En 1996 Catar se transformó en el primer país de la península arábiga en establecer relaciones comerciales con Israel. A estas les siguieron las diplomáticas, que se mantuvieron hasta 2009, cuando ocurrió lo que en el mundo árabe se conoce como “Masacre de Gaza” y que en Israel llaman Operación Plomo Fundido. Todo en esta zona del mundo tiene dos nombres, porque cuando algo se nombra se define una postura ante la historia.

Desde entonces, Catar e Israel no tienen relaciones diplomáticas. Federico Goan es analista internacional y define al vínculo entre los dos países como “problemático” y explica por qué: “Catar es un benefactor tradicional de movimientos islamistas como la Hermandad Musulmana y el Hamas palestino. En contraste con otros estados del Golfo, la política exterior de Doha buscaba elevar al pequeño país peninsular con la llamada “calle árabe”. Además de financiar a Al Jazeera, la cadena de noticias satelital más popular de Medio Oriente, Catar oficia de mediador y financista para los islamistas perseguidos. Por el contrario, países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos se preocupan fundamentalmente por mantener la estabilidad de Medio Oriente, y evitar la ascensión de regímenes islamistas radicales. Esto es un interés geopolítico en común con Israel”.

Si te lo explican con fútbol

Las relaciones entre israelíes y cataríes estuvieron arriba de la mesa una vez definida la sede del Mundial 2022. Fue necesario que el jefe ejecutivo del comité organizador, Hassan Abdulla al Thawadi, saliera a aclarar que en caso de clasificación de la selección de Israel no habría ningún problema en recibirla, a pesar de que ambos países no tuvieran relaciones diplomáticas.

Este año el asunto volvía a los medios israelíes cuando se conoció que unos 15.000 ciudadanos israelíes tenían pensado asistir al Mundial y que la cifra podría llegar a 30.000. La situación preocupa al Consejo de Seguridad Nacional de Israel, que sugiere a sus ciudadanos viajar a Catar sólo en caso de necesidad. También hay que tener en cuenta que la mayoría de los ciudadanos israelíes cuentan con un segundo pasaporte de otro país.

Antes de romper relaciones, Catar supo financiar un estadio de fútbol en la ciudad de Sakhnin, al norte de Israel, en la baja Galilea. Lleva por nombre Doha Stadium y es el hogar del Bnei Sakhnin, el club árabe israelí más importante del país. Habitual equipo de Primera División, tiene un solo título importante: la Copa Israel 2004. El ídolo del club es Abbas Suan, héroe en aquella campaña y considerado el mejor jugador palestino de la historia. Suan es hijo de desplazados de la guerra de 1948 y como futbolista llegó a jugar por la selección de Israel. Hay quienes todavía recuerdan aquel zapatazo en el minuto 90 para darle el empate a Israel contra Irlanda en la eliminatoria para el Mundial de Alemania 2006. En aquella eliminatoria Israel terminó invicto en un grupo que también tenía a Suiza y Francia, pero quedó tercero por diferencia de goles.

Suan fundó la organización Saca al Racismo y la Violencia del Fútbol. En una entrevista con la cadena CNN explicaba sus motivos: “Soy palestino porque tengo muchos hermanos y primos en los países árabes, y soy israelí porque vivo aquí y no salgo de mi tierra. Seguí mi carrera para representar a la comunidad y para acercar a dos grupos de personas. Pagué un gran precio personal, pero estoy satisfecho”.

El siguiente hito de integración hablando de fútbol es el actual capitán de Israel: Bibras Natkho, el primer musulmán en llevar la cinta en la selección. Natkho es de origen circasiano, pueblo de mayoría musulmana cuyos orígenes se remontan a la zona del Cáucaso. El jugador nació en Kfar Kama, una ciudad a menos de una hora de donde nació Suan.

De cara al mundo

El deporte también refleja una visión del mundo y eso lo saben tanto Israel como Catar. Nahuel Lanzón es licenciado en Filosofía, pero es más conocido por su usuario en Twitter @nahuelzn, en el que dedica horas al fútbol “exótico”. Respecto de Catar y sus inversiones en el deporte, dijo: “[La] Diplomacia del fútbol la realizan más apuntando a Medio Oriente, por eso la creación de Bein Sport [cadena deportiva perteneciente a Al Jazeera]. Para mí tiene que ver más con la imagen que Catar da a la región que al mundo occidental”.

Israel ha hecho también esfuerzos para presentarse al mundo por medio del deporte. Una nota de enero en The Guardian levantó polvareda al catalogar de “sportwashing” algunos movimientos e inversiones israelíes. El idioma español todavía no ha encontrado una palabra para expresar sportwashing, pero su traducción es el lavado de imagen de un país u organización por medio del deporte. Organizar un campeonato, patrocinar un club, nombrar un equipo como tu país para mejorar la reputación, cambiar la imagen pública o sencillamente desviar la atención de un hecho.

La nota menciona algunos eventos deportivos con proyección mundial en los que Israel se ha visto involucrado. En 2018 el Giro de Italia tuvo sus primeros días de competencia en suelo israelí, gestiones que estuvieron a cargo del empresario multimillonario Sylvan Adams, que además es uno de los dueños del equipo ciclista de primera categoría mundial Israel Premier Tech, el primer equipo profesional en la historia del país. Guy Niv, uno de los pocos ciclistas locales de la formación, explicó: “Estando en el equipo somos embajadores del país”. En 2019 se jugó un amistoso entre Uruguay y Argentina en Tel Aviv, y el año pasado en el mismo estadio se disputó el Trofeo de Campeones entre Paris Saint-Germain y Lille (campeón de Liga y campeón de Copa Francia).

Incluso hubo un tiempo en que se rumoreó una posible candidatura para la organización del Mundial 2030 entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Baréin. No es una línea de tres azarosa: fueron los protagonistas de los Tratados de Abraham. Un acuerdo para normalizar relaciones entre esos países y que para algunos analistas puede ocasionar un cambio importante en las dinámicas de la zona. Catar, por otro lado, es partidario de no establecer relaciones con Israel mientras no se llegue a un acuerdo para la formación de dos estados, uno israelí y otro palestino.

La oferta que recibió la AUF tiene un antecedente: en la previa del Mundial 2018 la selección argentina programó un amistoso contra Israel previo a viajar a Moscú. Estaba arreglado y confirmado, pero los jugadores argentinos decidieron no disputarlo. Hubo protestas en la concentración argentina en Barcelona, el embajador palestino en Argentina calificó el partido como una “agresión” y se hizo pública una carta destinada a Lionel Messi escrita por niños palestinos.

De un lado, Catar, el primer país visitado por el presidente Luis Lacalle Pou fuera de la región. Del otro, Israel, país con el que Uruguay ha tenido buenas relaciones desde siempre, fue uno de los primeros países del mundo en reconocerlo como Estado y, con el actual gobierno, se han dado votaciones en la Organización de las Naciones Unidas alineadas con los intereses israelíes, como la del Consejo de Derechos Humanos de 2021, cuando Uruguay votó en contra de la formación de una comisión que investigara los bombardeos de Israel en la Franja de Gaza.

La pelota rueda y la diplomacia también.