Desde 2020 la Secretaría de Deportes de la Nación (SDN) de Argentina cuenta con un área de Políticas de Género. Tras el objetivo de “construir un deporte justo y seguro”, su equipo ha apostado por la “transversalización” de la perspectiva de género mediante protocolos, apoyo a personas e instituciones, y redes de trabajo a nivel nacional. Sobre sus lineamientos, programas y observaciones, Guillermina Gordoa, psicóloga y directora del departamento, conversó con la diaria.

¿Cuáles fueron los principales desafíos al pensar este espacio desde cero?

Antes existía una Coordinación de Género muy incipiente. Cuando asume Inés Arrondo, la primera mujer a cargo del deporte en nuestro país, toma la decisión de darle rango de dirección nacional para abordar dos pilares de obstáculos. Por un lado, la prevención y la acción ante las situaciones de violencia por motivos de género en el ámbito del deporte, y por otro, el acceso, la permanencia y la representación de las mujeres y la comunidad LGBTI+. Nos planteamos cómo se hace para trabajar las brechas de género en un ámbito como el del deporte, que es históricamente súper masculino; cómo accedemos las mujeres a la práctica deportiva, cuáles son nuestras trayectorias deportivas y cuáles son las políticas que hay que tener para nuestra permanencia. Ese sería nuestro ámbito de impacto: acceso, permanencia, y representación de las deportistas, las dirigentas, las entrenadoras y las árbitras.

Las brechas son enormes, hay una deuda muy grande del feminismo con el deporte, y un poco estos son los desafíos. Eso se trabaja en una estrategia de pinzas, en donde vos tenés que trabajar la transversalización de la perspectiva de género en el interior de las políticas públicas deportivas que ya existen, y todas las políticas de discriminación positiva o acción afirmativa que hay que desarrollar para efectivamente construir la igualdad de oportunidades. Imprimir la perspectiva de género en todo lo que ya existe dentro de la estructura del deporte argentino, y generar las políticas directamente enfocadas en las poblaciones que no están accediendo a sus derechos, para que realmente podamos nivelar las desigualdades que existen. Ese es el diagnóstico y desde ahí se construyen todos los planes y programas que tenemos.

Uno de esos planes fue la creación de un protocolo de prevención e intervención ante situaciones de violencia de género. ¿Cómo se implementó? ¿Dónde tuvo mayores resistencias?

Trabajamos con todas las federaciones y todos los clubes en el impulso de la creación de sus áreas de género y la orientación para crear el protocolo, que es un instrumento procedimental, una herramienta. Ahora, es una herramienta que, como cualquier otra, se lleva a cabo y tiene efecto si hay voluntad política de utilizarla como tal. Uno de los trabajos, también, es cómo fortalecer los mecanismos institucionales en las áreas de género para que ese protocolo sea utilizado como herramienta de decisión. Si vos me preguntás dónde están las resistencias, están justamente cuando interceden otras variables a la hora de tomar decisiones, y en vez de utilizar el protocolo o el asesoramiento experto de un área de género como guía, se utilizan otras variables. Entonces hay un protocolo que marca un procedimiento, pasos de acción, que queda en un segundo plano y lo que se privilegia son otras variables de interpretación.

Creo que la resistencia es siempre de las instituciones, de incorporar efectivamente una mirada de género y diversidad en todas las decisiones, que implica, en definitiva, una transformación institucional que incluya la mirada de género como algo transversal a la gestión deportiva de la institución, no solamente el abordaje puntual. Si no entendemos, si no tenemos la formación suficiente para entender las implicancias que tiene esta mirada en toda la institucionalidad, muy probablemente no alcance un procedimiento para tomar medidas o decisiones con esta mirada incorporada.

“Queremos hablar de una deportista y hablamos de su rol de madre, o de su cuerpo y su ropa. En ese sentido, asumimos la responsabilidad como Estado de formar en perspectiva de género al periodismo deportivo”.

Además del protocolo, implementaron un curso orientado a periodistas. ¿Por qué enfocarse en el periodismo?

En el diagnóstico que hicimos cuando integramos la dirección, entendimos que hay distintos pilares de reproducción de los estereotipos que generan la brecha de desigualdad. Uno de los elementos materiales y concretos donde se expresa esta desigualdad es el ámbito de la comunicación, de tres maneras: la reproducción constante de estereotipos, la sexualización de los cuerpos, y la cantidad de horas destinadas en papel de diario, imágenes, y minutos al aire, a la representación de las mujeres practicando deporte. Entendemos que son los y las periodistas quienes cumplen un rol central a la hora de transformar esta imagen de las mujeres en el ámbito deportivo, estereotipada, con los cuerpos sexualizados, o directamente invisibilizadas al no armar una narrativa sobre el rol de la mujer como deportista, entrenadora o dirigenta.

Muchas veces lo que vemos no refleja lo que implica el rol. Queremos hablar de una deportista y hablamos de su rol de madre, o de su cuerpo y su ropa. En ese sentido, asumimos la responsabilidad como Estado de formar en perspectiva de género al periodismo deportivo, o de tener una propuesta de formación, entendiendo que son vehículos de reproducción o de transformación. La apuesta es a que sean agentes de transformación del rol de la mujer en el deporte. Desde ahí es que se formó este curso de periodismo deportivo con perspectiva de género, que no sólo está enfocado en el periodismo, sino en la producción de contenidos e imágenes. A veces no es necesariamente lo que se dice, sino lo que se muestra y cómo se muestra.

En marzo llevaron a cabo el Primer Encuentro de Género, Deporte y Diversidad. ¿Qué se trabajó allí?

El encuentro fue resultado de un trabajo mucho más grande, la construcción de la Red Federal de Género y Deporte. Una de las principales tareas que asumí cuando me tocó esta responsabilidad fue generar un sistema con representación de todas las provincias de nuestro país, con distintas referentas que estuvieran ocupando un rol de promoción de las líneas de la política nacional, en el territorio. El congreso surge como un punto de encuentro después de dos años de trabajo, para poner a punto temas de formación política y una asamblea presencial con todas las coordinadoras y referentas provinciales, para ver cuáles eran las líneas de acción que nos proponíamos en los dos años que nos quedan, en términos de período de gestión. Tuvo una parte académica, de paneles, de discusión, de formación, de ejes temáticos que construimos en conjunto, y después una asamblea de discusión de prioridades de trabajo.

Lo que tiene la red federal, además, es que todas compartimos a través de becas que otorgaron desde la Secretaría, la formación en la diplomatura en la Universidad Nacional de Buenos Aires [UBA], de Género y Deporte. Es un equipo a nivel nacional que compartió el mismo piso de formación académica en una diplomatura que creamos en conjunto a la UBA. Trabajamos discusiones sobre lo mismo que surge del diagnóstico: diversidad como gran discusión, participación política en los clubes, prevención y acción sobre las violencias, transformación de las estructuras del deporte, y después sí, una asamblea donde habiendo discutido todo eso, se planificó la proyección nacional conjunta. De hecho, resulta en los dos planes más fuertes de este año. Clubes en Igualdad, por un lado, para seguir fortaleciendo el proceso de formación de la Ley Micaela a las comisiones deportivas, y Educación Sexual Integral [ESI] a la Cancha, programa enfocado en la iniciación y desarrollo de la ESI en el deporte.

¿Por qué vincular la ESI con el deporte?

Es fundamental que los entrenadores y entrenadoras, sean del espacio que sean, comprendan qué es tener una mirada de sexualidad integral de niños y niñas en desarrollo o en la juventud, porque tiene que ver con el rol clave que tienen en la producción de subjetividad. No es una cuestión solamente de saber de género, sino que implica que los entrenadores y entrenadoras comprendan lo que significa la producción de subjetividad, desde una perspectiva de género y diversidad, desde un concepto de sexualidad integral, desde la construcción de la corporalidad y la motricidad, con una mirada de género. Que tengan herramientas concretas para abordar situaciones problemáticas que se dan en la escena deportiva y que no deben ser llevadas hacia afuera, sino que deben ser trabajadas con herramientas al interior. Vamos hacia un modelo que intenta entender que los entrenadores ocupan un rol clave en la construcción de la sociedad que queremos, porque de hecho, para los niños, las niñas, y los adolescentes son muchas veces más importantes y más referentes que el docente o la familia.

Tras estos dos años de trabajo, ¿cuáles son tus prioridades para el tiempo que resta?

Me parece que hay un trabajo muy fuerte con las federaciones deportivas y confederaciones nacionales para hacer un trabajo arduo de promoción de entrenadoras mujeres. Creo que ahí tenemos una deuda importante. También con la cantidad de mujeres en los ámbitos de decisión del deporte, como ir hacia normativas que nos ayuden a crecer en la participación política de las mujeres. Ahí hay números que todavía me preocupan mucho. Y obviamente, seguir trabajando sobre las situaciones de no tolerancia y violencia en las instituciones deportivas. Sobre todo porque creo que cada vez que hay un caso impune, lo que genera es un mensaje de mayor temor y silencio, y de que todo lo que se hace no alcanza. Tenemos que continuar trabajando para que se entienda la importancia de las medidas cuando estas cosas pasan, independientemente de que no reemplaza a la Justicia, y de que la Justicia después tiene que actuar. Hay algo que tiene que ver con el mensaje simbólico que se construye, de impunidad o no.