Desde el comienzo de este mandato, una de las consignas del gobierno para la actuación policial ha sido exigir a los agentes que actúen con “firmeza” ante delitos o faltas, algo que permitiría “recuperar el concepto de autoridad”. En este marco, la cartera lanzó, por primera vez en lo que va del siglo, un instructivo sobre cómo actuar ante “situaciones en las que los golfos y badulaques de vida licenciosa aprovechan el clima de tolerancia que impera durante el carnaval para cometer actos que atentan contra la moral pública y las buenas costumbres”. El texto, difundido entre todos los agentes policiales del país, pone como ejemplo de conductas que no deben ser toleradas bajo ningún concepto “arrojar agua, serpentinas o papel picado a las damiselas, especialmente si estas no están acompañadas de sus madrinas o chaperonas”. La pena para estas faltas consiste en pasar siete días en la mazmorra, sin posibilidad de liberarse de los grilletes de hierro oxidado.

Pero el instructivo también se refiere a las eventuales faltas de las jovencitas que, “presas de la emoción de este período del año tan especial, cometan imprudencias como mostrar los tobillos o mirar por encima del abanico a los alborotadores, dándoles a entender que sus conductas escandalosas son bien recibidas”. En ese caso los agentes no ejecutarán el castigo, sino que informarán a los padres de las jovencitas descarriadas para que estos las envíen a un internado en Suiza.