El 1 de diciembre (o 1º de diciembre, como más le guste al lector), la Asociación de Escribanos del Uruguay (AEU) celebró un nuevo Día del Escribano. La fiesta, normalmente familiar, concluyó con un escándalo sin precedentes, que dejó un saldo de 79.014 muertos y 852.635 heridos, números de una tragedia que enluta al país.

“Todo arrancó cuando uno empezó a cancherear al otro porque le debía montepíos notariales [nota de redacción: el aporte jubilatorio de la profesión]: palabras van, palabras vienen, cuestión que se fue todo al carajo, y bueno, pasó lo que pasó, vos lo viste en la tele”, contó Estelita Rojo, afiliada número 145189/9 a la Caja Notarial, testigo ocular de los lamentables hechos acaecidos y sobreviviente de la masacre.

“Yo zafé porque justo había ido al baño”, agregó Rojo, quien recordó otros conatos de violencia en el marco de este auténtico infierno: “Se tiraron con de todo; además, varios aprovecharon el descontrol para mantener relaciones sexuales debajo de banderas en las que lucía la leyenda de nuestro gremio, esa que dice ‘la honradez nivelará mis pasos’; estoy dolida como escribana, como uruguaya y como persona humana, como dice Luis Suárez, porque yo antes que escribana y que uruguaya soy una persona humana”.

Estelita nos adelantó que publicará un libro con los detalles de este descalabro que sacude al mundo entero, previa reposición de la tributación correspondiente, por supuesto, en papel notarial de actuación, de acuerdo con el arancel oficial, sujeto a revisión de la Inspección General de Registros Notariales, y absolutamente lejano a cualquier posibilidad de coito.