La semana pasada, en un comunicado difundido en su página web, la Organización Mundial de la Salud (OMS) describió a la flamante cepa de la covid, de origen sudafricano y conocida como ómicron: destacó su fácil propagación, alertando al respecto, y detalló las secuelas físicas que acarrea su contagio, con especial énfasis en una particular afectación sobre las cuerdas vocales.

De acuerdo con los primeros exámenes practicados, tras dos semanas de ser dados de alta, los pacientes que transitaron la convalecencia de esta nueva variante del coronavirus comenzaron a emitir un sonido similar al de las vuvuzelas, instrumento de viento que saltó a la fama luego del Mundial de fútbol de 2010, celebrado precisamente en Sudáfrica.

La fiebre, la tos y los problemas respiratorios, tradicionales síntomas de la enfermedad, esta vez ceden su rol protagónico a un proceso de vuvuzelización del que poco se sabe y que hoy atemoriza a la humanidad.