El gobierno encabezado por Daniel Ortega encarceló a varios precandidatos a la presidencia que estaban en condiciones de disputarle la victoria, entre ellos algunos disidentes del sandinismo. Según el gobierno nicaragüense, muchos de estos opositores están financiados por Estados Unidos, por lo que representan una amenaza para la seguridad nacional. Desde Washington negaron tajantemente esta acusación. “No sólo no estamos apoyando económicamente a la oposición nicaragüense, sino que estamos profundamente agradecidos con el señor presidente Ortega, quien está acabando con lo que queda del sandinismo sin pedirnos absolutamente nada a cambio”, declaró un vocero de la Casa Blanca. “Sería una estupidez pagar por algo que otra persona está haciendo gratis. Un desperdicio de recursos en estos tiempos tan difíciles para la economía sería algo sencillamente imperdonable”, agregó el vocero.

El gobierno de Estados Unidos de hecho se embarcó hace algunos años en un proceso de “revisión” de sus políticas hacia Nicaragua. Una exoficial del Pentágono que estuvo a cargo de las operaciones contrarrevolucionarias durante la década de 1980 reconoció que la inteligencia estadounidense hizo un diagnóstico “equivocado” de la situación. “De haber sabido lo que iba a hacer Ortega una vez que se hubiera asegurado de tener el poder absoluto, en lugar de apoyar a los contras tendríamos que haberlo apoyado a él. Seguro que el problema se resolvía mucho antes”, reflexionó.