La salida del último soldado de Estados Unidos apostado en Afganistán marcó el fin de una intervención que duró dos décadas. El hecho generó festejos en la nación asiática, especialmente de los talibanes, que regresaron al poder 20 años después de haber sido desplazados. Las imágenes de los fundamentalistas islámicos celebrando el fin de la intervención de Estados Unidos llevó a que muchos en ese país comenzaran a sospechar que nuevamente habían perdido una guerra. “Cuando el presidente Joe Biden anunció que el retiro finalmente se iba a concretar, ya que la misión había sido cumplida, me sentí aliviada. Pero cuando empecé a ver a toda esa gente festejar empecé a preguntarme si no habíamos sido derrotados. Porque, evidentemente, si quienes tienen motivos para festejar son ellos, entonces quiere decir que cumplieron su objetivo y nosotros no”, declaró una ama de casa del estado de Iowa a la cadena CNN.

Un ingeniero electrónico de Arizona afirmó, por su parte, que “los festejos de los talibanes me sorprendieron mucho, porque claramente no era la actitud que uno espera de alguien que había perdido una guerra, pero pensé que quizás se trataba de alguna costumbre exótica de la gente de Medio Oriente. Pero después me di cuenta de que si nos metimos ahí para sacarlos del poder y ahora ya no estamos ahí y ellos están en el poder, la situación es sospechosamente parecida a cuando perdimos la guerra de Vietnam”.