Catar 2022 marcará un antes y un después en la historia de los mundiales de fútbol por ser la primera vez que el evento se lleva a cabo en un país de religión oficial musulmana. La ley islámica es clara: el consumo de alcohol, el de drogas, el de carne de cerdo, y las prácticas sexuales por fuera del matrimonio, están terminantemente prohibidas. Estas particularidades cambiarán la forma en que se vive la justa ecuménica, sobre todo las FanFest.

“Vayan bien satisfechos sexualmente, que en Catar sólo se van a poner en cuatro para rezar”, advirtió, desde Zúrich, Karl-Fritz Lachapelle, director de Actividades Perversas de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). “La cosa es sencilla: allá te agarran chuponeando en la lleca y te cortan la capocha en una plaza pública”, agregó el dirigente del ente rector del deporte más popular del orbe. “Les pedimos a todos los hinchas e inadaptados de siempre en general que respeten las sagradas escrituras y no provoquen disturbios: vayan con el set mental de un Toto da Silveira seguidor de la Sharia”, concluyó Lachapelle.

Karl-Fritz despertó preocupación en filas de barrabravas y hooligans, quienes ya denunciaron “discriminación”, “irrespeto a un derecho humano universal como tomar vino en caja en la vía pública” o “atentado al arte de encajarse un raquetazo en el baño todo meado de una tribuna”. Los equipos legales de numerosas asociaciones “ultras” se dirigen hacia Suiza, a la sede de la FIFA, en representación de sus clientes. Se esperan disturbios en las calles helvéticas.