Una pareja de septuagenarios está disfrutando de sus merecidas vacaciones en las salteñas termas del Daymán. ¡Y vaya si es así! Apenas arribados al lugar, comieron algo, se cambiaron y ya se quedaron bajo uno de los chorros de agua calentita de la piscina principal.

La particularidad de Gladys y de Rodolfo (así son sus gracias) es que ahí siguen, acostados boca abajo nomás, desde hace 84 horas en las que no se han movido ni un centímetro.

Los guardias de seguridad del complejo y también los agentes de la Policía local no salen de su asombro y, por ahora, se han limitado a chequear si los tórtolos, aunque sea, muestran signos vitales, como la respiración.

Más allá de que esta se trata de una práctica habitual en [inserte sinónimo de “termas”, a nosotros se nos acabaron] , nunca se habían alcanzado las 84 horas continuas. De acuerdo con Marcelo Naranja, vocero de los empresarios turísticos de la zona, “la verdad es que un poco estoy pirando y otro poco pienso que no es una locura... Acá los hombres y las mujeres se gozan de formas variopintas, ¿quiénes somos nosotros para juzgar? ¿Eh? ¿Eh? ¡Decime vos!”.

Para el Domingo de Pascuas, cuando concluya la Semana de Turismo, la idea es que esta simpática dupla abandone su posición, pues ya se formó una fila de cuatro cuadras tras ellos, y los ánimos empiezan a caldearse.