Mientras continúan las repercusiones en el ámbito judicial por los incidentes durante el clásico del domingo 4, el tema de las soluciones para la violencia en el fútbol está siendo debatido en público y en privado. La posibilidad de que los clásicos se jueguen sin público visitante es rechazada tanto por los dirigentes de los clubes como por jerarcas gubernamentales, con el argumento de que eso sería permitir que los violentos ganen. De todas formas, a nivel extraoficial varios de ellos reconocen que, si se presentara la posibilidad de alcanzar un empate, lo aceptarían gustosos. “Lo que digo en público lo creo sinceramente: no podemos dejar que nos ganen los violentos. Pero, acá entre nosotros, tampoco creo que tengamos muchas posibilidades de ganarles nosotros a los violentos. O sea que si puedo firmar un empate, yo lo firmo”, declaró un dirigente de un club.

Un alto cargo del Ministerio del Interior también opinó que si se llega a un acuerdo “como, por ejemplo, que siga habiendo público visitante pero que los violentos protagonicen disturbios solamente una vez por año, yo lo firmo. Está bien que hay que tener actitud ganadora, pero tampoco es cuestión de suicidarse como si tuviéramos de director técnico a Juan Ramón Carrasco”.

La cifra: 3.743 son los puntos que habría que quitarles a Nacional y Peñarol para que sus dirigentes corten con los barrabravas.