El terrible episodio tuvo lugar en el balneario La Tuna, en el departamento de Canelones: mientras un grupo de jóvenes escuchaba la música de moda (reggaeton, trap, plena, 100 metros de tela y canciones del estilo), un veterano oriundo del pueblo costero, radicado en él, o sea, de esos que viven ahí todo el año, irrumpió en la playa con un parlante, conectó su celular vía Bluetooth y puso a todo volumen la canción “El violín de Becho”, interpretada por Alfredo Zitarrosa, “pa’ que piren”.

Los testigos del suceso admitieron que “quedamos en un ruido, este clásico generacional nos dejó mirando pa’ la rambla, claramente aconteció una apertura espacio-tiempo en la que no entendimos nada: la gente, la playa, las chicas, los chicos, el deporte, el atardecer y, de fondo, ‘Becho tenía un violín en la orquesta, cara de chiquilín sin maestra’; un viaje, bo”, comentó Daniel Ships, presente mientras todo ocurría.

“La confusión fue tal que, en un momento, el sol en lugar de ocultarse, se fue para arriba, como que cambió la orientación”, tiró otro testigo, precisamente un artesano que, en opinión de El Cascote News, seguro experimentó una alucinación por consumo de sustancias psicotrópicas (pastis).