El hecho ocurrió en Los Titanes, donde se vio a Felipe Lotudo, habitué de este balneario de la Costa de Oro, en lo que sería un usual día de verano, salvo porque huyó despavorido de una aguaviva que, según cuenta, “me estaba persiguiendo”.

Fuentes consultadas por El Cascote News aseguran que “fue increíble: no tocaba el agua, la pasó al trote”, y agregan que “jamás habíamos visto algo igual”.

Lotudo cuenta que “ese molusco gelatinoso, horrible y diabólico no llegó a tocarme, pero estuvo cerca; es mentira que me pasó como a dos metros, no soy un exagerado, eso dicen los que me envidian”.

Este trote de Felipe sobre el río ancho como mar será parte de la historia en la que, un día, Jesús fue uruguayo.