El Starship, el cohete más potente construido hasta la fecha, fue lanzado ayer y, tras unos minutos en los que todo venía saliendo tal como estaba planeado, comenzó a girar en el aire y explotó. Según la empresa SpaceX, propiedad de Elon Musk, este incidente no retrasará el programa y ya se está trabajando en un nuevo lanzamiento, aunque algunas declaraciones del empresario generaron dudas al respecto. “Tengo que confesar que la falla de mi potente supercohete me generó una crisis de autoestima. Mentiría si dijera que no me pone nervioso la perspectiva de intentarlo nuevamente y fracasar”, declaró Musk en una entrevista. El multimillonario confesó además que le preocupa mucho “la posibilidad de que este miedo a fallar sea a la vez un factor que provoque una nueva falla”. Es por eso que decidió consultar a un psicoterapeuta. “No soy un neandertal que actúa solamente por instinto. Sé que puedo tener mis debilidades y mis puntos frágiles, y estoy dispuesto a trabajarlos. Mis accionistas pueden estar tranquilos”.

El remedio: los ingenieros de SpaceX están trabajando en un dispositivo que evitará nuevos fracasos, al que llamaron provisoriamente “pastillita azul”.