Varios expertos consideran que los países en donde funciona un sistema democrático representativo deberían establecer un “cordón estético capilar” para evitar la aparición de líderes cuya cabellera presente una apariencia excéntrica. “Si queremos evitar que los populistas de derecha sigan ascendiendo al poder para desde allí torpedear las instituciones, debemos detenerlos cuando recién están empezando a hacerse conocer. Y la evidencia empírica nos indica que la mejor señal de que un político puede transformarse en una amenaza a la democracia es que tenga un peinado extravagante, como Donald Trump, Boris Johnson y Javier Milei”, opinó un politólogo de la Universidad de Buenos Aires. Otra politóloga, en este caso de la Universidad de Harvard, propuso que se utilicen programas de inteligencia artificial para determinar si el peinado de un político “tiene o podría llegar a tener características que lo conviertan en un ícono de la violencia política y la inestabilidad institucional”.

La visión desde Uruguay: “Es difícil que acá tengamos un Trump, un Johnson o un Milei. Afortunadamente somos muy pacatos y nadie se animaría a salir a la calle con esos pelos”. Politólogo defensor de la uruguayez.