Caio es el nombre del primer mozo robot de América Latina. Si bien adquirió cierta notoriedad en las noticias de la primera quincena de enero por trabajar en un parador de Punta del Este, la alta temporada ya llega a su fin y la máquina debe pensar en su futuro laboral. Con ese objetivo ya abrió un perfil de Linkedin en el que se jacta de poseer “tres bandejas que me permiten transportar simultáneamente más platos y bebidas que un humano”.
“Como tantos uruguayos que hacen la temporada de mozo en el este, mi idea era ahorrar las propinas para irme un par de meses a recoger naranjas a Nueva Zelanda, pero mucha de esa propina era en pesos argentinos y no llegué”, relata Caio, que ya piensa en alojarse en alguna pensión o, en el mejor de los casos, alquilar un monoambiente en la capital. Mientras tanto, reparte currículums en empresas del rubro gastronómico, pero también de otros sectores de lo más variados, “con el denominador común de que ofrecen contratos a término, períodos a prueba o sueldo mínimo”.
“Recibí trato muy poco humano de algunos comensales puntaesteños”, lamenta el robot.