En algunas espléndidas ocasiones, leer el pasado desde el presente permite columbrar el futuro. Los dos tomos que Antonio Scurati (Nápoles, 1969) le ha dedicado al nacimiento y desarrollo del fascismo y a la trayectoria política y vital de Benito Mussolini son también una manera de enfocar, con ojos nuevos, buena parte de la historia de Occidente durante los últimos 100 años. Ahí está todo, o casi todo: la guerra, la decadencia europea, el reparto del mundo en Versalles, los tempranos naufragios ideológicos de socialistas y comunistas, los arrumacos entre la iglesia católica y el matonismo conservador, el colapso de varios imperios, el patatús del leninismo y el apetito insaciable de Estados Unidos.
Y en el centro de la escena está, por supuesto, Il Duce. El retrato que surge de las páginas de M se consagra con una profunda comprensión de aquello que el antifascista Gherardo Marone llamara en su momento “el espíritu italiano”. Mussolini creyó encarnar ese espíritu a la perfección y Scurati lo capta con puntería y lo describe con elegancia: “Había hablado en un idioma nunca antes oído. Frases quebradas, perentorias, martilleantes, casi siempre precedidas por un yo hipertrofiado, acompasadas por silencios amenazadores, aserciones histéricas y memorables”. Huelga decir que ese estilo tiene sus cultores en el presente.
La obra es de largo aliento. Lo que inicialmente iba a ser una biografía de Mussolini se convirtió en un proyecto monumental de investigación y escritura. Se trata en realidad de un único libro, del que hasta ahora se han publicado 1.400 páginas en dos volúmenes, que abarcan el período que va desde 1919 hasta 1932. El primero se subtitula El hijo del siglo y el segundo El hombre de la providencia. El autor calcula que va por la mitad, que le faltan otros dos tomos y que puede tardarse cinco o seis años en concluir el trabajo.
Es un híbrido magnífico, construido con la oblicua modernidad del clasicismo. Es novela, crónica, ensayo, reportaje, análisis. Todo parece tener cabida en M, y todo es colocado sin artificio en el lugar indicado para que la narración fluya, sea hipnótica, nos encandile y por momentos nos deje mudos de espanto, no por las cosas que pasaron en la Italia de aquellos años sino por su extraordinaria similitud con algunos episodios de la historia reciente o recientísima. En estos días hay multitudes que pastan en esos prados, y no sólo en Europa.
Así tenemos, mediante una pieza literaria de gran calibre, un espejo fatídico de la actual coyuntura mundial, casi con los mismos debates, las mismas consignas y las mismas amenazas de hace 100 años. Quizá allí radique el embrujo irresistible de M: su lectura lleva a la inevitable conclusión de que aquellas bestias aún resoplan con fuerza, y que tanto Iván Berend como el ilustre Eric Hobsbawm se equivocaron en el diagnóstico, tal vez por un exceso de optimismo dialéctico. El siglo XX no fue corto, sino largo. Tan largo que todavía sigue.
M. El hijo del siglo. Alfaguara, 2020. Traducción de Carlos Grumpert. 824 páginas. 990 pesos. M. El hombre de la providencia. Alfaguara, 2021. Traducción de Carlos Grumpert. 587 páginas. 990 pesos.